domingo, 15 de febrero de 2009

EL DATO (XVIII)

  • Uno de los signos más evidentes de la mediocridad de un músico que ha tenido alguna formación académica es la alteración voluntaria de los tiempos de ejecución de los sonidos.

  • Generalmente esta deformación se perpetra en demostraciones "solistas" de sólo fragmentos, exteriorizados con pretendido sentido didáctico.

  • Ello importa las más de las veces, de parte del limitado instrumentista, una exaltación del valor de la música como fenómeno de la existencia en general y una clara subestimación del oyente, a quien suele considerar de insuficiente capacidad para captar lo que él cree determinar como una esencia.

  • Esta medianía intrascendente suele manifestarse plenamente al ejecutarse la "obra" de principio a fin y muy especialmente junto a otros músicos, lapso en el cual todos ellos compensarán sus talentos por el despliegue de movimientos de carácter espasmódico a los que asignarán tácitamente virtualidad mística.

No hay comentarios.: