lunes, 30 de junio de 2008

ILUSIÓN TRASCENDENTAL

Acabo de imaginar que alguien a quien apenas conozco moría, y ha sido tan grande la tristeza que me he echado a llorar delante de una decena de tipos que conversan a los gritos, aun a las siete y media de la mañana, dejándose las migas de las medialunas en las comisuras mientras pavean. Uno me escruta en ráfagas de menos de dos segundos, alegre por alguna cosa; la niña que atiende las mesas -por el pañuelo de su abdomen se entiende la múltiple maternidad- viene blandiendo una enorme servilleta y la detengo sonriendo (¿todo bien?).


Buenos Aires es un enchastre: hay tanta humedad que las veredas están mojadas, como si de verdad hubiera llovido sobre todas sus cenizas de basural; el bar está lleno de anónimos que se alegran de nimiedades -como marca el desiderata televisivo del despertar- o se hunden en los periódicos con legitimada avidez de ciudadano interesado en las minucias de la víspera; los portadores de automóviles se ufanan por el empedrado desprovisto y en sus caras se vislumbra la lógica del repuesto; la pequeña burguesía y el asalariado campante atestan los subterráneos con apatía, carne contra carne veinte minutos todos los días nunca será distinto.


Pero ninguna de esas tragedias compensa la de mi maquinada angustia, que ha escogido el recurso infantil de pensar que alguien ha muerto para emerger con ímpetu de velorio concurrido.

sábado, 28 de junio de 2008

EL DATO (IV)



  • Mientras padece, el hombre de escaso mérito es solidario con aquellos que sufren, clemente con quienes faltan e ilimitado peticionante rogatorio de piedad para sí.


  • Acabado el sufrimiento, la cercanía de la situación sufriente le infunde necesidades de reconocimientos compensatorios, tales como la realización de visitas, obsequios o invitaciones dirigidas a otros dolidos o a quienes contribuyeron a mitigar su antiguo dolor.


  • Sepultado en el tiempo el padecimiento, el hombre de escaso mérito desconoce nuevamente al Otro en tanto prójimo, reconstruyendo de este modo su lógica de cadena alimentaria.


  • Plauto, hace más de dos milenios, ya había advertido que este detalle de actuación afecta a todas las personas. Inspirado en esa idea, acuñó la locución Lupus est homo homini, non homo, quom qualis sit non novit, que significa "Lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el Otro".


  • Esto es, siempre, agrego con todas modestia y tristeza.

viernes, 27 de junio de 2008

EL DATO (III)

  • Todos quienes pertenecen a una minoría reivindican seriamente la práctica de una razonable tolerancia, a fin de que la ideología o las costumbres que comulgan encuentren el mismo espacio de discusión y aceptación que las propugnadas por la mayoría.


  • El corriente fracaso de esta iniciativa conduce a un sector del grupo a una primera angustia, en virtud de que la desestimación general de aquellos principios que se consideran universales y moralmente irreductibles se cree motivada en el ejercicio del poder por parte de los intolerantes.


  • Tal circunstancia ocasiona mociones de autocrítica que, habida cuenta de que las bases ideológicas se entienden dogmáticamente intachables, recaen siempre sobre los medios de implementación de aquellas ideas-madre adquiridas. Quedan así evidenciadas notorias debilidades que, desde la fecha, se proscriben en virtud de la dignidad inmanente de la ideología o las prácticas sustentadas ahora bajo resistencia.


  • La inversa relación de significado entre los principios sostenidos por ambos bandos y la efectiva aplicación o ejercicio de los propuestos por la mayoría genera en la minoría la idea de opresión, dotada de efecto emotivo negativo; y su correlativa de lucha, de opuesta implicación emocional. De este modo, aparece abiertamente legitimada la lucha contra la opresión como sublimación del discurrir cotidiano entre la elección individual del bien y la práctica del mal.


  • Siendo evidente y claro que el mal es la negación del bien, y que en abstracto aquella lucha importa la negación de esa negación, toda forma de aniquilación implementada por quienes luchan se traduce imaginariamente en la afirmación del bien.


  • De este modo, la minoría que preconizaba la tolerancia como razón primera, última y necesaria acaba proclamando la intolerancia como medio esencial de aparición y permanencia en un escenario atestado de partidarios de la mayoría.


  • Este diametral trueque ideológico, asombrosamente, no es apreciado por quienes pertenecen a la minoría resistente y ahora combativa como un cambio radical en la orientación de los principios que estructuraron su existencia, sino como un refuerzo de la lucha por existir, y así los "milita-ntes" se ufanan con toda libertad de que su ideario no padece en absoluto de incoherencia intrínseca.

sábado, 21 de junio de 2008

OÍDO AL PASAR

...cosa que tipo siete y media que me voy yo ya le dejo la nena despertada, bañada, cambiada y con la leche tomada.

CHIMNEY TO HEAVEN


Así que cuando Dios me sonrió encaucé mis yoes, desangré y repudié mis yoes, ennegrecí mis yoes, ahorqué mis yoes entre los cables desprovistos y compré una chimenea al cielo, para morir en su sonrisa amordazada y provisoria como una arandela de chapa.

viernes, 20 de junio de 2008

POLISEMIA DECADENTE III - SACAR

sacar: Quitar sin derecho. Me lo sacó y salió corriendo.

Quitarse alguna prenda. Cómo te va, Raúl... sacate el saco y colgalo ahí, vení que le digo a Mirta que nos haga café, algo.

Obtener una calificación. Tenía un cuatro y ahora se sacó un cinco. Para mí que no la va a poder levantar.

Comprar a crédito una cosa. Ya había sacado una heladera a pagar, y ahora saqué también una plancha y de paso saqué una ¿multiprocesadora, viste?, también.

Publicar una noticia. Ahí el Clarín sacó que van a aumentar no sé qué impuesto para que le paguen a Estados Unidos no sé cuántos millones de dólares.

Editar y ofrecer a la venta un libro, disco o publicación. Ésos de cumbia villera sacan discos todos los días, yo no sé quién los compra.

Ofertar un producto, en especial si se manifiesta novedoso entre los que conforman la exhibición habitual de mercaderías. Ahora sacaron un aparatito que te mide la presión en tu casa.

Extirpar una formación patológica o un órgano del cuerpo. Me salió una verruga pero me la saqué en seguida con líquido. Está así porque le tuvieron que sacar un pecho.

Elipsis por sacar de los cabales, perder la compostura. Me habló tanto que al final me sacó.

Entre la población más joven, producir una sustancia efectos alucinógenos o estimulantes. El L.S.D. dicen que te saca totalmente.

Apartar. Sacá de ahí ese tacho de pintura, ¿no ves que por ahí pasa el nene?. A ver, sacáme eso que voy a poner la mesa.

Ganar dinero en una transacción comercial. De lo que saque te doy el veinte a vos.

Descubrir el tallador una carta. Tenía catorce y no va y saca otro siete…

Obtener la banca un puntaje o valor en el juego. Yo tenía dieciséis y me quedé; la banca sacó como venticinco, por suerte.

Resolver. Si me pongo a sacar ejercicios, los saco en poco tiempo, nada más me tengo que acordar cómo era.

Adivinar. La bruja que fui el otro día me sacó todo tal cual: que yo tenía más de un hijo, que yo no podía tener más, que a Alberto en el trabajo había una persona que le tiene mucha envidia, que la casa tiene algún problema me dijo en el techo o en el piso, que es verdad porque se llueve en la pieza de Juan Pablo, todo todo todo.

Motivar en otro un cambio en sus opiniones o principios. No, a ése no lo sacás de la suya ni que te mueras.


sacar a crédito, sacar a pagar a crédito, sacar a pagar: Comprar un artículo (en especial, un electrodoméstico) utilizando la tarjeta de crédito. Mirá, el celular lo saqué a pagar: cincuenta pesos por mes, te viene con el débito automático todos los meses; y la funda me la regalaron, así que no gasté nada y salí con el celular y la funda.

sacar a relucir: a.- Exteriorizar una virtud, un raro conocimiento o una habilidad. El otro día en la fiesta, Marita sacó a relucir todo lo que sabe de decoración, parece que estudió en Italia, yo no sabía. El delantero Millonetti sacó a relucir todo su talento al convertir tres goles, uno de ellos de penal, en la victoria que su equipo logró frente al Divisas de Colombia.
b.- Exteriorizar una conducta reprochable, que se asigna en el discurso a la comunión de ideas o criterios disvaliosos. En el medio del velorio el hermano mayor del que se había muerto sacó a relucir toda la codicia que se ve en estos casos, se puso a hablar de que ya mismo había que poner un abogado para solucionar el tema de la casa y de la casa de Mar del Plata.

sacar afuera: Llevar una cosa fuera del recinto en que se encuentra. A ver, sacá afuera la basura.

sacar amarilla, sacar la amarilla: En fútbol, amonestar el juez del partido a un jugador, enseñándole una tarjeta amarilla.

sacar bueno: Adiestrar a una persona a fin de que adopte normas de conductas adecuadas al criterio del hablante. A éste ya lo voy a sacar bueno, vas a ver. Vos dejámelo unas semanas acá en el negocio.

sacar de donde no lo tengo: a.- Conseguir algo a través de grandes esfuerzos, en especial dinero. Si vos la necesitás, yo te juro que saco la plata de donde no la tengo y te la doy, no sé, no como, no le doy de comer a mi hijo, pero quedáte tranquilo que vos la plata la tenés.
b.- No conseguir algo, ni aun mediante grandes esfuerzos. ¿Y qué querés, que la saque de donde no la tengo, la plata?.

sacar de la cabeza: a.- Dejar de persistir en una idea o actividad. Yo ya el médico me dijo, me tengo que sacar de la cabeza el cigarrillo.
b.- Dejar de amar. Vos a José Luis te lo tenés que sacar de la cabeza, ya te dije. Con lo que me costó sacármelo de la cabeza, ahora viene con que quiere tener algo en serio.

sacar de la calle: Llevar a una persona a un estatus de vida superior al que tenía en otras épocas. La expresión se emplea para lograr reconocimiento del interlocutor, y recordar la deuda de gratitud que éste tiene con el hablante. A vos te saqué de la calle, y me venís a hacer juicio laboral… Del mismo modo se emplea la frase en referencia despectiva al lugar en que vivía el interlocutor: Yo te saqué de Pasaje Lalegría; del lugar de trabajo: Yo te saqué del mostrador. Yo te saqué de la panadería; en referencia despectiva a los artículos que fabricaba o comercializaba: Yo te saqué de las bombas de agua; en referencia despectiva genérica: Yo te saqué de donde estabas. Yo te saqué de donde vivías. Yo te saqué de la mugre.

sacar de la copa, sacar del campeonato: Vencer un equipo a otro y dejarlo sin posibilidades de obtener el primer puesto.

sacar el cuero: Criticar desfavorablemente. Divulgar chismes o indiscreciones. Vino tu madre y empezó a sacarle el cuero a todos los de la familia.

sacar el documento, sacar el D.N.I.: a.- Realizar los trámites tendientes a obtener el Documento Nacional de Identidad. Lo llevé a Alexis a que se saque el documento. Ahora te lo tenés que sacar a los ocho años, él ya tiene nueve y no se lo sacó, así que lo llevé y estuvimos como cuatro cinco horas.
b.- Realizar los trámites tendientes a obtener un duplicado, triplicado, etc. del Documento Nacional de Identidad, por haber perdido el que se tenía. Justo ahora que vienen las elecciones me vienen a robar la cartera con los documentos. Voy a tener que ir en la semana. También, sacar otra vez el documento; menos frecuentemente, renovar el documento.

sacar el hambre: a.- Se dice respecto de la propiedad de algunos alimentos o sustancias de hacer desaparecer la sensación de hambre en una persona. La coca light tiene una enzima que te saca el hambre, parece.
b.- Del mismo modo, respecto de la situación o hecho que produce repulsión o pérdida de hambre. Vi el documental de África, mirá, te digo que me sacó el hambre.

sacar el pan de la boca: Locución de exaltación metafórica que designa la acción de hacer un esfuerzo superlativo a fin de que otro disfrute sus beneficios o se asegure la supervivencia. Mi padre se sacaba el pan de la boca y me lo daba a mí y a mis hermanos, que éramos cinco, y nunca nos faltó nada. Hay padres que le sacan el pan de la boca a los hijos y se la juegan a la quiniela.

sacar el pasaporte: Del mismo modo que sacar el documento, respecto del exigido para salir del país. Para referirse a la obtención de un nuevo pasaporte (por caducidad o pérdida del anterior), se emplea frecuentemente la expresión renovar el pasaporte.

sacar el perro: Llevar al perro a defecar y a orinar a la vereda o a alguna plaza. Le estoy pagando a un chico para que me saque el perro tres veces por semana. Ahora a la noche no, a la noche lo saco yo.

sacar entrada: Comprar una entrada.

sacar la basura: Colocar la bolsa de residuos domiciliarios en el compartimento habilitado a tal fin en los edificios de departamentos, o en la acera que da a la puerta de una casa, a fin de que sea recolectada.

sacar la cédula: Del mismo modo que sacar el documento, respecto de la Cédula de Identidad que expide la Policía Federal.

sacar la plata: Esquilmar o engañar a través del comercio. La verdad que con esta sillita playera me sacaron la plata: la usé el año pasado y éste ya se le rompió la tela que le ponen para sostener la parte donde te sentás.

sacar loco: Sacar de las casillas. El pibe de Mario al final jodió tanto que me terminó sacando loco.

sacar los trapos al sol, sacar los trapos, sacar los trapitos al sol: Exponer situaciones íntimas, discusiones de larga data, desarmonías familiares y toda situación disvaliosa que permanecía oculta al interlocutor, como consecuencia de otro hecho detonante relacionado o no con ellas, o de resultar, dadas las circunstancias, de imposible o muy dificultoso manejo. Fui el otro día a comer a la casa de Raúl, tan serio siempre, vos lo conocés, y lo llaman por teléfono y al rato vuelve colorada la cara. Le pregunto qué te pasa, porque nunca lo había visto así, y me empieza a contar que la ex mujer ( que yo no sabía nada), que tiene un hijo de él, que le pide para alimentos; mirá, sacó todos los trapos al sol, como se dice. Y, llevaban una vida que no podía ser con lo que ganaban… ahora viste, que les llegó el embargo, tuvieron que sacar los trapitos al sol con todo el mundo, y andan diciendo que ellos no tienen trabajo, que la madre de él está enferma y no sé qué otras cosas que parece que siempre fue así, pero claro, no lo decían porque no les convenía.

sacar pasaje: Comprar un pasaje o boleto para viajar en ómnibus, tren o avión. Saqué pasaje para el veinte a la noche, espero que no me cambien la fecha.

sacar plata: a.- Extraer dinero de la billetera o del bolsillo.
b.- Extraer la billetera del bolsillo.

sacar plata de algún lado, sacar plata de alguna parte: Conseguir dinero que no se tiene, sea pidiendo prestado, solicitándola de los deudores, trabajando, etc. Mirá, si querés ir a Cancún vas a tener que sacar plata de alguna parte, porque ya no es tan barato. Tenés que asociarte a una obra social, no sólo porque es algo bueno para vos, sino porque para nosotros si te pasa algo vamos a tener que sacar plata de alguna parte para que te atiendan.

sacar roja, sacar la roja: En fútbol, expulsar del campo de juego el juez a un jugador, enseñándole una tarjeta roja.

sacar turno: Solicitar y obtener un turno de atención, en especial respecto de los profesionales médicos de distintas especialidades que prestan servicios para una empresa de medicina prepaga. Tengo que sacar un turno para el hematólogo para mí y otro turno para la kinesióloga para Marcelo, que el otro día parece que no sé qué le pasó en la pierna jugando al fútbol.

sacar una foto: a.- Retratar, obtener una fotografía.
b.- Sacar fotos habitualmente o ejercer el trabajo de fotógrafo. Ahí viene el que saca fotos, a ver, preparate. Yo saco fotos en fiestas.
c.- Sacarse una foto. Retratarse. Me saqué una foto con Maradona.
d.- Te sacaron una foto; no sabés qué foto le sacaron, etc.: Te vieron, advirtieron tu presencia o tu actitud. No sabés qué foto te saqué ayer a la salida del trabajo.

sacarse el hombro: Dislocarse la articulación entre la clavícula y el húmero. Saliendo a cortar a un rival, el arquero se sacó el hombro y tiene para cuarenta días.

sacarse el sombrero: Reconocer en otro dignidad o respeto; valorar lo hecho por otro. Yo frente a esa señora, es verdad, hay que sacarse el sombrero, lo que hace a su edad: se levanta, va, viene, escribe, es amable con todos…

sacarse la lotería: Ganar premios en la lotería, especialmente el premio mayor. Últimamente, sacarse el Loto; sacarse el Quini. No se usa respecto de las quinielas; no debe decirse se sacó la quiniela, sino se ganó como cuatrocientos pesos en (o a) la quiniela.

sacarse los puntos: Someterse a una operación que consiste en quitar los puntos de sutura de una herida luego de haber cicatrizado. Ya se me pasaron dos días que me dijeron que tenía que ir a sacarme los puntos. No sé, yo estoy cómodo. Ahora el venticinco acordáte que tenés que ir a sacarte los puntos del brazo.

sacarse sangre: Concurrir a un consultorio a fin de que se extraiga una muestra de sangre del propio cuerpo. Es apreciado como un trámite usual. Para el casamiento me falta todavía ir a sacarme sangre. Me toca el Álvarez, porque no hice el cambio de domicilio.

sacarse todo: Desvestirse completamente. Sacate todo y metete en la bañadera, dale.

sacarse un peso de encima: Cumplir un deber. Ya con este pago de la tarjeta que es el último te digo que me saco un peso más de encima, y como este mes me cuidé el mes que viene me viene menos.

(Del Diccionario de la Clase Media Porteña, de próxima aparición)

miércoles, 18 de junio de 2008

EL DATO (II)

  • En el baño de hombres del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal, los retretes están siempre ocupados.

sábado, 14 de junio de 2008

EL DATO

  • Gran parte de quienes leyeron alguna obra de Antón Chejov dice que "le gusta la literatura", y en especial Yéjov.


  • Así también pronuncia yop, yef y yips (pequeños emparedados de pan dulce).


  • El sonido de esa "ye" se articula orientando la punta de la lengua hacia el espacio comprendido entre los dos caninos del maxilar inferior.


  • El valor de la consonante involucrada es el mismo que en jeep y shopping.


  • A las clases altas reservan yovinista (voz sólo usada por los egresados de la universidad de masas, y cuyo significado confunden con el de "patriota"), yarm o yarme (la clase media hoy usa televisivamente la palabra glamour) y el más tradicional yofer (la clase media dice "chofer").


  • En estos casos, la "ye" hablada se origina en una vibración leve de la punta de la lengua sobre el arco del paladar; esto es, por encima, llamativamente, de la lengua de la clase media.

ARGUMENTO DE AUTORIDAD

Conocí una especie de mujer que batalló con sus propias torpezas y aprendió finalmente a cocinar, porque sabía que su esposo, en abstracto, era amante de la buena mesa.

Desde el comienzo de los días la esposa ignoraba si cada comida sería aceptada, pues el esposo no le previno jamás sus preferencias; pero éstas debían deducirse de su universal concepción de lo bueno, domésticamente aceptada. Por lo demás, el hombre padecía de imposibilidad de remordimiento, y entendía a la buena comida como una justa y única retribución por la mística del mantenimiento del hogar; de modo que, como a un perro al que se castiga el hocico cuando entra a un lugar prohibido, le sentenciaba con todo derecho frente a las fuentes reprobadas:

-Esto es una porquería. Llevátelo y traé otra cosa.

O:

-Esto es incomible.

O:

-Probalo. Probalo, haceme el favor.

-No, si vos decís que está feo, está...

-Probalo – y entonces la mujer degustaba haciendo ruido de catadora vilipendiada, consciente y ruborizada. Los rechazos de aprendizaje se traducían en llantos espontáneos de ama de casa, que producían resbalones de detergente en la cocina, a cada uno de los cuales la esposa se repetía: "Soy una tarada. Una tarada, una tarada soy. Una tarada".

-No sé de qué llorás –decía el marido, para quien la cuestión se reducía a que no había merecido una buena comida, por culpa de otros.


Pero había días en que, sea por la favorable disposición del temperamento, sea por la calidad intrínseca de la preparación, el hombre dictaminaba gratamente su ponderación elogiosa y la hacía partícipe de sus problemas de la jornada, para que ella asintiera los pormenores discursivos y negara con contundencia aquellas situaciones inconcebibles que el marido le recreaba negativamente, a la voz de que, vistas las circunstancias, no cabía sino predicar de ellas que eran verdaderamente inconcebibles.

Entonces, con el temblor del perro bajo el bocado, la mujer desenvolvía explosivamente las máximas libertades de su torpeza inducida, y al final de la cena levantaba la vajilla sonriendo, segura de que su postre sería también recompensado, y persuadida de que en el lecho conyugal se volvería a confirmar su existencia. Durante esos esplendores se apartaba repetidamente los mechones duros de la frente, como una adolescente enamorada, y era tan pero tan feliz.

viernes, 13 de junio de 2008

EL ARTE DE INJURIAR

Charles Baudelaire, que indujo suicidios y condenas a partir de Las flores del mal, padecía la mirada mal centrada de los locos y la impotencia de los reclamantes de afecto. Manifestó su rechazo a la severidad despótica de su padrastro oponiéndole un pelotón armado, disimulado entre las revueltas callejeras que confluyeron en la “tercera revolución francesa” de 1848.

Llevó en el corazón al niño Rimbaud, quien a los quince años había sentado a la Belleza en su falda; y se apegó durante tres décadas a un noviazgo más o menos conflictivo con una negra de los cabarets anteriores a Tolouse-Lautrec, a la que envió más de una carta de repudio y hacia quien retornó todas las veces que su madre le explicitó, desprovista de las culpas del desprecio, que no necesitaba un hijo adulto, sino un hombre.

En 1999 se tradujo al castellano un conjunto de apuntes que reunió bajo el título Pobre Bélgica, proyecto de un libro que jamás escribiría. Allí trasvasa simbólicamente su conflicto de desamor y soledad sufriente a otro más abstracto entre patrias.

En la obra, Baudelaire observa que los belgas tienen “aversión a la risa”, pero si alguien relata una anécdota conmovedora, “el belga se desternilla de risa para hacer creer que ha comprendido”. No obstante, y como también parece corresponder a los espíritus inferiores, los belgas “sólo pueden bromear... teniendo como objeto los órganos sexuales”.

Cree el francés que en aquel país “el temperamento más brillante se extinguiría entre la indiferencia general”. “¡Ay -se lamenta- de la Modestia! No puede ser comprendida ni recompensada. Si un hombre de mérito dice: He hecho muy poca cosa, se saca naturalmente la conclusión de que no ha hecho nada”.

Cuando un vecino se arruina, “aunque sea el hombre más honrado del mundo, todos le huyen, por temor a que les pida un favor. La pobreza es una gran deshonra”; pero “siempre” es posible asistir a “la afirmación de que lo único que vale es la vida natural” . Desconfían todos de todos, y por ello “es evidente que son todos ladrones”.

En Bélgica, “las constituciones son papel. Las costumbres son la realidad”. Sus asambleas electorales, en las que los discursos evidencian una “desproporción entre la palabra y el objeto”, legitiman torpemente la “tiranía de los débiles”. Se trata, señala, de un “embrutecimiento constitucional”.

“Bélgica no quiere ser invadida, pero quiere que se desee invadirla. Es una zopenca que quiere inspirar deseos”.

Amigo lector, tiene Ud. dos segundos para hallar similitudes entre estos párrafos decimonónicos y algún otro país que conozca; comenzando... ¡ya!

miércoles, 11 de junio de 2008

DE POLIFEMOS

Activa expansión de la mancha de tinta nacida en Tordesillas, Brasil es más contundente que el calamar gigante que asoló al Nautilus y más pesado que los leviatanes de Melville, en torno a los cuales mueren atados quienes preconizan su conquista.

Alberga selvas irracionales desmedidamente hipertrofiadas y megalópolis de doscientos kilómetros de lado, enfrentadas a inconmensurables océanos ecuatoriales en donde abundan el tiburón y la tempestad exenta de piedad del mediodía. Su exhaustiva superficie sólo resulta comparable a la de todo el continente europeo.

Por cada argentino existen cinco brasileños, catorce millones y medio de los cuales desconocen en absoluto la lectura y la escritura. Las últimas noticias, sin embargo, exponen que el setenta y cuatro por ciento de sus habitantes (esto es, más de ciento treinta y cinco millones de personas, el triple de toda nuestra población) adolece de “analfabetismo funcional” (presenta dificultades para leer y escribir plenamente, para entender lo que lee). Con sólo una semana de arengas exaltadas, el espíritu patriótico que rabia hasta el aullido sus jornadas exorbitadas de fútbol se multiplicaría hasta límites insospechados. El patriotismo funcionaría así como un taxismo inducido por el discurso irreflexivo y ajeno a los frenos silogísticos de la crítica ilustrada. Nos invadirían caminando.

El politeísmo pagano de su mayoría negra, mestiza, mulata y aborigen se encripta en sectas de tradición oral y raigambre africana, que practican con efectividad de animal hambriento el esoterismo maligno, la invocación apocalíptica y la cura con venenos.

Cada verano, nuestra clase media se aficiona con torpe avidez de ternero mamón a sus regulares paisajes de trópico, que cree igualados en esencia y accidentes a su concepción hiperbólica del paraíso. Si es necesario, se aplica vacunas reglamentarias para emigrar por dos semanas y tenderse en sus playones tórridos, a pocos metros de los enjambres de serpientes ponzoñosas y dentro del radio de acción de la variadísima gama de artrópodos infecciosos que se entremeten por los rincones y aun debajo de los granos de arena, como en los documentales del Sahara. Cuando el cambio de divisas lo favorece, el matrimonio de clase media exige al mozo brasileño dos gaseosas o dos cervezas “juntas” (yuntas) por comensal, para no andar perdiendo tiempo; y vez a vez escoge con toda intención concebir su descendencia frente a aquella deseada vegetación, estimuladas sus glándulas por el calor incesante, satisfecho su apetito de peces y licores que no consume en Buenos Aires, al ritmo de las olas de pleamar que, desde la ventana del apartamento alquilado, iluminan las fogatas de basura a las que otorga también consideración milenaria.

Los jóvenes se jactan a su regreso de haber timado a algún baratijero ambulante, de haber devuelto el automóvil alquilado con alguna pieza rota o el tanque sólo a medio llenar de nafta “común”, de haber copulado y despreciado niñas o prostitutas o de haber sido detenidos y liberados por la policía luego de una trifulca ebria en la vía pública.

Hace cinco años pregunté a una octogenaria francesa cómo apreciaban los de su tierra la unificación de Alemania. “Bueno –contestó, en castellano trabajoso- Alemania es Brasil... no exactamente, aunque sí proporcionalmente”. Un muchacho que compartía la mesa, minutos más tarde, mientras la anciana estudiaba el menú, se acercó al oído para susurrarme escupiendo: Esta vieja no sabe ni hablar.

viernes, 6 de junio de 2008

CADENA DE FAVORES

Hoy recordé que hace dos o tres años me imaginé hermoso, me pensé hermoso y deseado; expuesto libremente a una verdad que sonreía y al guiño del porvenir llano y fértil, a la consagración legítima y virtuosa de la esencia.

Sombra de una sombra, como dijo Borges que Virgilio decía que dijeron.

miércoles, 4 de junio de 2008

META-MORFOSIS

Cambia, todo cambia.

domingo, 1 de junio de 2008

RESULTADOS DE LA ENCUESTA DE MAYO DE 2008

La encuesta de mayo arrojó los siguientes resultados:

Consigna:

¿Qué conviene?

Hacer lo que, de momento, reporte mayor tranquilidad espiritual: 17%
Contemplar la situación y luego decidir: 50%
Actuar sin un criterio de conveniencia: 33%


Circunstancia que revela abiertamente el dominio del mundo por parte de los especuladores. Es cierto, como no recuerdo quién dijo, que la posmodernidad se caracteriza por la dirección de las acciones personales hacia la consecución eficiente de quantums de placer. La teoría, explicada desde sus ejemplos extremos, se resume en dos hipótesis que definen los comportamientos habituales: se hace lo que da placer y no se hace lo que no da placer.

Esta posición, en apariencia ingenua, abre en cambio las puertas del más encumbrado de los abismos de este y del anterior siglo: el individualismo como filosofía prioritaria y razón de vida. A la vez, cierra ciertamente un portón que, bajo la óptica de la apreciación actual, parece ya decrépito, cuando no medieval: el de la ética de las costumbres, desbrozada ya de todo amago de contemplación del Otro en sentido pleno.

Desde que desapareció el prójimo, he desaparecido yo también.