jueves, 29 de mayo de 2008

POLISEMIA DECADENTE II - LARGAR

largar: Despedir un alimento una sustancia que el hablante no identifica pero que cree nociva o repulsiva. Abrí la lata y el tomate largaba como una baba espumosa, ¿viste? La tuve que tirar.

Soltar. En general, dejar de blandir un elemento cualquiera. Vos de ahí largalo que yo lo tengo de acá. ¡Largá eso que te vas a lastimar! El tipo vio la policía que estaba rodeado y ahí nomás largó el revólver enseguida.

Abandonar el hogar conyugal. Largó la mujer y los hijos y se fue a la mierda. Ára no sé dónde estará; la mujer hizo una denuncia civil (¿denuncia civil es?) en la policía.

Provocar la ruptura del noviazgo. No, con Luciana ya largué. Ahora estoy con Lucía, por ahora... bien.

Abandonar la cursada de una currícula estudiantil, o una actividad laboral. Mirá, el tema facultad está difícil. Tuve que largar para poder laburar un poco, qué voy a hacer. Además tampoco estaba cómodo: los apuntes, los horarios que no me daban, así que largué y vamos a ver qué pasa.

Finalizar una actividad que ocasionalmente se estaba realizando, o un discurso que se estaba emitiendo en desaprobación de sus interlocutores. Yo tipo doce de la noche largué la discusión y me vine porque ya no daba para más, ¿viste?

Dejar de presionar un pedal, un botón, etc. Largá el acelerador un poquito.

Iniciarse una competición de automóviles. Marquitos está sexto, pero recién largaron.

En las carreras de automovilísticas, ubicarse en determinada posición de inicio un conductor. El argentino larga no sé si anteúltimo o uno antes del anteúltimo.

largar el faso; largar el cigarrillo: Abandonar la costumbre de fumar.

largar todo: a.- Confesar, informar acerca de un hecho, corrientemente por arrepentimiento. Con Lucía el otro día fuimos a tomar un café y ahí largó todo... se sentía re mal, pero te digo que para mí tiene razón en todo.
b.- Vomitar. - Tranquilo, tranquilo que ya largaste todo; ahora tenés que tomarte un calmante, un té y acostarte. - No, no puedo tomar nada.

largarse solo: a.- Comenzar una persona a realizar por sí mismo una tarea, sin necesidad de ayuda. El cadete ya se larga solo, ya sabe más o menos cómo es todo acá y ya no hay necesidad por suerte de andarle diciendo andá para allá o andá para el otro lado, o incluso llegá a tal hora.
b.- Comenzar el bebé a caminar, o dar sus primeros pasos con cierta ayuda. Yo me largué solo recién al año y medio; en cambio Nahuel se largó a los nueve meses, ya andaba caminando por ahí.

largarse a llorar: Echarse a llorar. No le dije nada y se largó a llorar sola... esta chica está loca.

largarse a llover: Comenzar a llover. Elípticamente, largar, largarse. Se largó a llover a las cinco, cinco y media de la mañana. Está desde el mediodía que se larga, que no se larga.


(Del Diccionario de la Clase Media Porteña, de próxima aparición)

LETEO NORTEÑO

Un challero acaba de cantar esta copla de gran belleza:

El día que yo me vaya
sólo una cosa les pido:
no vayan a beber agua
de la fuente del olvido

miércoles, 28 de mayo de 2008

AHUANTE CROMAYÓN


El artículo 252 del Código Penal sanciona el abandono de empleo público en los siguientes términos:


Será reprimido con multa de pesos setecientos cincuenta a pesos doce mil quinientos e inhabilitación especial de un mes a un año, el funcionario público que, sin habérsele admitido la renuncia de su destino, lo abandonare con daño del servicio público.

A su turno, el artículo 2.1.1 del Régimen de Faltas de la Ciudad de Buenos Aires dispone:


2.1.1.- ELEMENTOS DE PREVENCIÓN CONTRA INCENDIO . El/la titular y/o responsable de un establecimiento o inmueble que no posea matafuegos u otros elementos de prevención contra incendios, o cuya provisión no satisfaga la cantidad exigida para la superficie de que se trata o no se ajusten en su capacidad, características, especificaciones o ubicaciones a las exigencias establecidas en la normativa vigente, o carezcan de las respectivas constancias de carga, es sancionado/a con multa (...)
Cuando la infracción es cometida en una estación de servicio, garaje, cine, teatro, centro comercial, hoteles, establecimiento educativo, geriátrico, natatorio, club, recinto en el que se depositen materiales inflamables o local de gran afluencia de público, es sancionado/a con multa de 10.000 a 50.000 unidades fijas y/o clausura del establecimiento.


Las sanciones previstas en un Estado de Derecho se entienden proporcionales al desvalor asignado a la conducta que se intenta evitar. Este desvalor, en apariencia, se estima de acuerdo con un criterio de “buen juicio”, de contemplación de los valores, de mérito correlativo a la exposición franca y desinteresada al mundo de las Ideas.

O de oportunidad política, correlativa al estado cultural de sus habitantes. Es sabido que existen todavía países en los que dibujar en una servilleta al dios oficial es más grave que ejercer la poligamia, práctica que, en verdad, es permitida y aun alentada. En otros, por imperio de una ley no escrita, la pertenencia a la raza negra o la calidad de extranjero aseguran el tránsito hacia la silla eléctrica, sanción que, para el mismo delito, troca mayormente en cadena perpetua si el imputado es un ciudadano blanco. En Buenos Aires, no recargar un matafuegos es cuatro veces más grave que huir en helicóptero para evitar las consecuencias de una revuelta ocasionada por el despotismo o la ineficiencia.

Se trata del llamado “Efecto Cromañón”. O “Cromayón”, como escuché decir a algún taxista intolerante (no te llevo por Rivadavia porque está Cromayón).

En próximas entregas veremos qué valoración relativa asigna nuestro Código Penal a la propiedad, la vida y la integridad física, órdenes afectados oportunamente por la influencia de un paladín de los cercos electrificados que hasta hace poco devocionaba (y hoy olvida) la clase media porteña.

sábado, 24 de mayo de 2008

UBICACIÓN AXIOLÓGICA DEL AUTOMÓVIL

Santiago Ramón y Cajal (Petilla de Aragón, 1852; Madrid, 1934) publicó semanas antes de morir El mundo visto a los ochenta años. Impresiones de un arteriosclerótico. Con extraordinaria lucidez, el Premio Nobel de Medicina de 1906 e impulsor de la “doctrina de la neurona” disertó allí acerca de la gravitación del fenómeno automovilístico en la discusión universal sobre el bien y del mal:

“...el automóvil ha producido efectos morales inesperados en las grandes urbes. De hecho, el callejeo indolente y el piropo gentil a las buenas mozas han quedado suprimidos. Mujeres y hombres cuidan vigilantes de resguardar sus palmitos del ataque de los brutales caballos mecánicos (...).

Pero lo más desagradable del automóvil es el escamoteo del paisaje. La celeridad suprime el encanto de la contemplación. Quienes aprendíamos geografía asomados a la ventanilla del tren, debemos resignarnos a ignorar el camino. Y viajar como fardos, entre nubes de polvo y desfiles de árboles amenazadores.

El artefacto automotor es máquina deleznable. El menor choque la deteriora. Y hay que recomponerla y, lo que es más oneroso, renovarla cada cuatro o seis años, vida media del automóvil. Acondicionadas las carreteras para carros y caballerías, las hemos convertido en pistas de campeonatos. Y la carretera se ha vengado de nuestra imprudencia causándonos toda clase de accidentes luctuosos.

(...) ¡Cuántos infelices han hallado la muerte en la entrada de un puente, la concavidad de una curva o el fondo de un barranco! Una estadística cabal de las desgracias, exigiría un libro. Más prudentes que nosotros, durante los albores del automovilismo, asnos y caballos, aterrados ante el avance del formidable artefacto, ganaban aceleradamente la cuneta o traspasaban la hilera de los árboles limítrofes, para librarse del absurdo proyectil: guiábales el instinto infalible del peligro. En vano exploraban los solípedos la delantera del vehículo para atisbar el caballo. Habituados hoy a nuestras temeridades, ya no se asustan. Prueba inequívoca de que recuerdan y aprenden. A fuerza de voluntad han sofrenado sus reflejos y adquirido una sangre fría que para nosotros quiséramos. Trátase aquí de una modalidad de
reflejos condicionados, como diría Pavlov”.

Entendemos ahora la atracción que ejerce el auto en la clase media porteña, y el porqué del acostumbramiento actual a la omnipresencia de bólidos, doquiera que se mire.

viernes, 23 de mayo de 2008

DESVENTURAS DE LA EJECUCIÓN PENAL


¿A quién saluda, psicopáticamente emocionado, el cuádruple homicida? ¿A los amigos que su destino de hampón le había reservado para sus insuficientes años de convicto? ¿O es que lo aclaman, como se ha escuchado a tantos vivar su repetida decisión delirante y sangrienta? Este loco septuagenario, coronado de hojas muertas, ¿no es acaso más peligroso que cualquier "malo"? ¿La tristeza que destila el azul de su abrigo terapéutico intenta desdecir su esencia de simio de la calle Morgue, de subnormal degollador de gallinas, al estilo que contó Quiroga?


Y aquel leguleyo pisapapeles de corbata radiante y soleada, ¿en virtud de qué concepto manifiesta tanta satisfacción? ¿Es abogado y paladea el honorario? ¿Acepta el estado de cosas? ¿Se regocija de una victoria forense de índole personal, fruto de su orgullo teñido de machismo, de honor autoritario, de ganancia en lo cotidiano, de olvido legitimado de la virtud? ¿O es funcionario judicial y practica el inexplicable gozo que produce a aquellos mandamenos el cumplimiento de las órdenes del superior? ¿Refuerza su espantoso vínculo de pertenencia, laureado de feriados, coberturas médicas y cercos también despóticos de verdad absoluta?


¿No se ha entremetido la verdad en la instantánea, bajo la forma de un homogéneo sweater hemofílico del que emerge, como el espolón de un navío nocturno y sin bandera, media cabeza desconocida? ¿No parece acompañar al demente, esta vez sin nombre ni identidad, hacia su destino inmediato, hacia la inexplicable exención del castigo, como una horrorosa abstracción de lo que vendrá?


Señores, sin dudas el eufemístico "arresto domiciliario" de este poseído, de este truculento despertador de simpatías entre las clases medias, de este Petiso Orejudo senescente, de este decolorado Landrú del subdesarrollo, habla de nosotros. Mientras su inimaginable novia decrépita, igualmente afectada, en estos momentos prepara su tisana, debiéramos caer en la cuenta de que en verdad estamos mal y vamos peor, por decir algo que todos entiendan.

miércoles, 21 de mayo de 2008

COMO UPA EN APUROS

Así he venido siendo: una gran promesa. Mi vida se ha llenado de gitanos de la esencia, captores de lo que podía dar, para revender barato o para despuntar la perversión de la supervivencia.

Ahora, como una puta vieja, tengo panza y no prometo nada más, para siempre.

lunes, 19 de mayo de 2008

POLISEMIA DECADENTE I - PASAR


pasar: Emitir un canal de televisión un programa. En este caso, es un verbo impersonal. ¿Lo pasan el partido o no? Me perdí “Shréip”; no importa, a las cuatro de la mañana lo pasan de vuelta.

Haber tenido una experiencia desalentadora o gravosa. Si vos supieras por todas las que yo pasé, mirá....

Correrse la celebración de un día feriado a un día "hábil", por disposición de la autoridad, a fin de conformar un "fin de semana largo". Che, el feriado del 25 de mayo no se pasa, ¿no? ¿o sí?

Concurrir a un negocio, identificado generalmente por el nombre del dueño, o su gentilicio, o el ramo. Pasé por lo del chino y traje una lata de atún y un poco de queso, porque tomate y mayonesa ya tenía.

Realizar una sola actividad durante un intervalo de tiempo. Se dice a fin de que el interlocutor valore a partir de criterios contingentes tal actividad, y, por ende, a la persona que la describe. Me la pasé durmiendo en la clase; Y al final me la pasé toda la tarde rasqueteando. Sinónimos: estuve; estuvo; estuvimos; estuviste; estuvieron.

Cocerse o asarse la comida más tiempo del requerido. Si no vienen a comer se va a pasar el asado. Me parece que los fideos se me pasaron; no importa, si no los quieren comer pedimos algo y listo.

Experimentar una sensación o un sentimiento. Es algo que me pasa, no sé, cada vez que te veo me dan ganas de quedarme con vos toda la vida.

Ingresar mercadería u objetos al país en forma clandestina o sin pagar los impuestos que corresponden. Fue a Brasil y compró no sé cuántos compac, y los pasó así nomás. Claro, él como no sé de qué trabaja, es juez, o es amigo, no sé, puede pasar cualquier cosa por valija diplomática.

Continuar el viaje sin haber advertido que el lugar de destino o de referencia fue dejado atrás. Uy, me pasé.

Ocurrir un hecho desagradable: ¿Qué te pasó?, en especial delictivo: Las cosas que pasan por acá no tienen nombre.

Denota intención del hablante de averiguar la causa de un cambio que ha advertido. ¿Che, qué pasó acá con esta cortina que está rota? ¿Qué te pasó en la cara?

Promover el alumno al curso superior. Pasé a séptimo.

Sobrepasar un automóvil a otro. Éste maneja solamente para pasar a los demás, es un chico.

Superar una persona a quien se conoce de niño la altura de otra. Éste ya lo pasó al padre, de lo alto que está.

Trazar una línea más larga que la que corresponde en la concreta circunstancia. No, ahí te pasaste, borrá.

Trasladarse desde el pupitre o asiento hasta el frente del aula, en general, a fin de dar una lección (elípticamente, pasar al frente). En general, dar una lección. Hoy pasé en Historia.

Explotar la impericia o ligereza de otro para obtener ventajas desproporcionadas o indebidas. Escuchame, vos me parece que me querés pasar, ¿cómo me decís que esto es importado si acá dice Industria Argentina?

Superar etapas de un camino o de una evolución. Dolores ya lo pasamos. El hombre ya pasó de ser mono, ahora es homo sapiens. En tres años pasé de ser empleado raso a ser jefe.

Descomponerse un alimento. Esta manteca me parece que ya se pasó. Me compré unos mejillones que se ve que estaban pasados, porque largaron una espuma bárbara cuando los puse en la olla.

Alcanzar una persona un objeto a otra. Pasame la sal.

Trasladarse una persona de un lugar a otro relativamente cercano, con intención de permanecer en él. Antes vivía en Flores, ahora se pasó a Caballito.

Cambiar el valor mobiliario de inversión. Parece que ahora con la subida de los euros hay que pasarse a euros: rinden más que el dólar.

Untar rápidamente un alimento, cubrir su superficie con una sustancia. Después de pasarlas por huevo, tenés que pasar las milanesas por pan rallado y ya está; ¿cómo no sabés hacer milanesas?

Concurrir a un lugar sin intención de permanecer mucho tiempo. Ya que estamos, podemos pasar un rato por lo de Norma.

Disiparse el dolor. ¿Y? ¿Te pasó la pierna?

Desaparecer cierto humor. Decime, ¿podemos hablar, o todavía no se te pasó las ganas de insultar?.

No participar en una baza. El de gorra pasó. Por extensión, no participar en una situación cualquiera o no aceptar un ofrecimiento. -Hasta ahora cuatro cafés; ¿vos querés café, Raúl? -No, yo paso, gracias.

pasar algo: a.- Acaecer una situación problemática. Acá me parece que pasó algo porque hay un montón de gente amontonada, mirá.
b.- Haberse consumado la intención copulativa de una pareja. Lo contrario es no pasar nada. Entre nosotros recién pasó algo la segunda vez que nos vimos, porque la primera estábamos con unos amigos que no se iban nunca.


pasarla bien, pasarla mal: Disfrutar o no, respectivamente, una experiencia.

pasar cosas: a.- Enamorarse o sentir afecto por una persona. Obvio que con vos me pasan cosas, ¿si no por qué pensás que cada vez que tenés partido te vengo a ver, salgo antes del trabajo y yo qué sé?
b.- Copular, tener una pareja relaciones sexuales. Con Ricardo pasaron cosas pero cuando éramos pareja, después no ni antes tampoco.
c.- Transcurrir el tiempo y sus circunstancias. Desde que te fuiste del laburo pasaron muchas cosas; ahora está un poco todo más tranquilo, pero hubo un momento que casi se viene todo abajo.

pasar de largo: a.- Continuar el viaje sin haber advertido que el lugar de destino o de referencia fue dejado atrás. Uy, me pasé de largo.
b.- Pasar una persona distinta del hablante por el lugar en que éste se encuentra, sin detenerse. Ayer te vi pero pasaste de largo.
c.- Pasar los potenciales clientes por el local comercial, sin interesarse por los productos que se ofrecen. La gente por acá pasa de largo, no es como por tu zona que por lo menos preguntan.
d.- Pasar por la zona en que está el hablante la autoridad de inspección o de control, sin inspeccionar ni controlar. Acá la policía pasa de largo, como si no pasara nada.
e.- Emborracharse. Ayer me pasé de largo con el champán.
f.- No dormir una noche. De la fiesta pasé de largo y me fui a un asado, manejé hasta Wilde ida y vuelta, volví y estaba mi suegra que se habrá ido a las nueve, nueve y media, después comí y ahí sí, no daba más, al otro día dormí como hasta las diez, decí que era domingo.

pasar por lo de: Visitar a: Pasé por lo de Roberto.

pasar sin pagar: Ingresar a un espectáculo, local bailable, confitería o todo lugar donde se cobre entrada sin abonarla. También, entrar sin pagar; entrar de colado.

pasar al frente: a.- Trasladarse desde el pupitre o asiento hasta el frente del aula, en general, a fin de dar una lección.
b.- Lograr el mejor puntaje, ser primero en la clasificación.
c.- Alcanzar un equipo el primer puesto en el torneo.
d.- Figuradamente, terminar una tarea.
e.- Figuradamente, tratarse gran cantidad de temas durante una clase.

pasar para otro lado, pasar para el otro lado: a.- Virar una situación respecto de sus condiciones originales. Se dice en general cuando el hablante no acepta el nuevo estado de cosas. Yo al principio lo apoyaba porque él me decía que con el negocio íbamos a estar todos bien. Pero después las cosas pasaron para otro lado, ¿viste?, empezaron a caer tipos raros, unas caras… Yo me fui, y todavía él se enoja conmigo.
b.- Morirse. No, ése ya pasó para el otro lado hace rato. Me parece que el viejo de Carlitos en cualquier momento pasa para el otro lado. Yo al tipo no lo conozco, pero por Carlitos, ¿viste?

pasar por caja: a.- Cobrar.
b.- Pagar.
c.- En sentido figurado, obtener una ventaja de otro a quien se ha esquilmado.
d.- En sentido figurado, expresión de aliento empleada cuando un equipo anota un gol en el fútbol.

pasar por ahí: a.- Estar de paso una persona por un lugar conocido por el interlocutor.
b.- Pasar sin detenerse una persona por un lugar conocido por el interlocutor.

pasé/pasamos por…: Expresión que utilizan quienes regresan de un viaje, a fin de enumerar los lugares que visitaron y aquellos que se ubican entre el lugar de salida y cada uno de los de destino. Fuimos a Madrid y pasamos antes por Canarias; de Madrid fuimos a Roma pero antes pasamos un día por Mónaco y por Milán; después de Roma nos fuimos a Praga, y ya nos teníamos que volver, pero obligatoriamente nos hicieron pasar por Moscú para hacer una promoción.

pasar por la vida: a.- Vivir, en sentido algo metafórico o fatalista. Vos no podés pasar por la vida con una venda en los ojos todo el tiempo.
b.- También en sentido místico evocativo o metafórico, noviar o mantener habitualmente relaciones sexuales. Yo tuve muchas mujeres que pasaron por mi vida, pero hubo dos que me marcaron. Haciendo cuentas me doy cuenta que fui demasiado buena siempre: a los treinta años habían pasado por mi vida nada más que cinco hombres, de los cuales el último fue el que me casé a los veinticuatro años.

¿qué nos pasa?: Pregunta retórica de raigambre periodística y aire reflexivo que procura la contemplación virtuosa de conductas de emergencia cotidiana, pero moralmente reprochables. Luego de ver el estado de las veredas, la forma en que se pasan por alto las reglas de tránsito, la manera en que se destruye el patrimonio cultural de plazas y parques, el total desprecio por los símbolos patrios, cabe preguntarse: ¿qué nos pasa? ¿Hemos olvidado las enseñanzas de nuestros padres y maestros? ¿O nos dirigimos hacia la sociedad del sálvese quien pueda?

¿qué te pasa?: a.- Locución que tiene por finalidad enterarse de la dolencia que está sufriendo el interlocutor. ¿Qué te pasa, te sentís mal? ¿Qué te pasa, por qué llorás?
b.- Expresión de provocación e índole imperativa y amenazante, dirigida a quien ha manifestado rebeldía, objeciones o contrariedad con ciertas imposiciones o estados de cosas. ¿Y a vos qué te pasa, estás desconforme? Si estás desconforme te podés ir.

¿qué te pasó en...?: Expresión que procura obtener del interlocutor datos acerca del modo en que se originó una lesión evidente. -¡Eh, qué te pasó en el brazo! -No, me esguincé jugando al paddle y como seguí jugando me tuvieron que enyesar por cuarenta días.

¿y a éste que le pasa?: Expresión de asombro y provocación, denuesto de los dichos recientes del interlocutor. -Yo no sigo porque acá yo veo todos los días cosas con las que no estoy nada de acuerdo. -¿Y a éste qué le pasa? ¿No estaba todo bien hasta ayer? –Dejalo, si se quiere ir que se vaya.

¿y ahora qué pasa?: a.- Expresión de asombro y provocación que se dirige a alguien que aparenta no realizar una tarea que le fue ordenada.
b.- La misma expresión, dirigida a quien ha sido con anterioridad promotor de reclamos que fueran ya solucionados. -¿Y ahora qué pasa, Benítez, no le hicimos poner ya el escritorio nuevo? –Sí, Ingeniero, pero con todo respeto no tiene un solo cajón, tengo que apoyar todo sobre el escritorio y estamos en la misma que antes.


(Del Diccionario de la Clase Media Porteña, de próxima aparición)

sábado, 17 de mayo de 2008

LAS MUSAS HAN PASAO DE TI





¡Ah, los estragos del plagio, gracia de los indotados, atajo de almas desposeídas, casa de la intrascendencia, campo en el que retoza la ceguera saturada de astucia y exenta de virtud!

Ismael Serrano (Serrat - ¡No!, claro que no), juglar de la clase media internacional -que cada diez años asigna nombres idénticos a todos los hijos- ha perpetrado este indecoroso y astillado espejo de la dulce trova del británico, para solaz del devenir hormonal de más de una de esas mujeres en cuya cosmovisión se igualan amor y sexo, o según las cuales amor sin sexo es nada.

Que todo ente es sólo idéntico a sí mismo es principio incontestable de la lógica clásica. Pero a no negarse que el bochornoso engendro Eres es a Shape of my heart lo que el esforzado mamarracho del niño regalón y desprovisto es a Fra Angelico o a cualesquiera de los paisajes de Friedrich. Quien lo prefiera, sin dudas habla de sí.

viernes, 16 de mayo de 2008

BABY, DON'T HURT ME


¿Qué festeja este ejemplar de oficinista, este arquetipo de "hombre común"? ¿La consagración de su ideario?

¿Es cierto que este tomador de créditos para fines cotidianos vendió todas sus pertenencias y colocó el dinero resultante a plazo fijo? ¿Por esa razón sólo aparenta contar con la aprobación de su padre, que allende el vidrio respeta la decisión del hijo que progresa abrazándose al estándar? ¿Por qué no está la madre del danzarín? ¿Acaso porque, como elemental norma de supervivencia, "no se sentiría tan segura" de confiar los ahorros a un banco que hace poco más de sólo seis años no los devolvió jamás y a nadie, imposible de persuadirse incluso a partir de la explicación del empleado celebrante, rayana en la subnormalidad? ¿O porque, como también predica el imaginario clasemediero, "las mujeres no saben nada de esto"?

No dudemos, a juzgar por la freudiana media-escalera que lo secunda, que este protocalvo habrá determinado su nimia prole al menos bajo la forma de uno o dos de esos mocosos de serie cuyos ojos nada dicen... ¿Qué dirá entonces su esposa, abandonante como muchas otras de la estética de los músculos por la atracción del empleo y del salario mensual, ahora que Sebastián nos dejó "la casa pelada"?

¿Acaso el desmantelamiento del hogar es una variante de la rebeldía que no ejercita en su aséptico puesto de trabajo, sostenido a fuerza de obsecuencias, fusilamientos de principios y concesiones capitales? ¿El banco anunciante propone encauzar la rebelión, trocar la ebullición de la sangre por la ansiedad de la fecha de cobro? ¿O es que verdaderamente volverán a defraudar al desbordado de la imagen con anuencia de la ley, conminándolo a la pérdida definitiva de sus muebles y lo que es peor, de sus electrodomésticos?

Esa explícita coreografía plagada de gestos de tomar "dinero de aire"... Y esas pilas de billetes creciendo al ritmo de la danza de la medianía, no en el ball room, sino en una caja lejana... ¿Qué relación hay entre la espera de la renta exigua y la de los hijos, concebidos ambos como "frutos" sociales?

Señores, están todos los símbolos, uno a continuación del otro. La historia volverá a mostrar cómo también, uno a uno y como patitos de feria, tantos y tantos padres de familia volverán a pedir justicia, así ataviados de oficina, frente a las cámaras de la televisión.

DIÁLOGOS

La pregunta que más me han hecho es "¿Qué?". La respuesta que más abundantemente he recibido es"No", a salvo el silencio.

jueves, 15 de mayo de 2008

LLORA, LLORA, URUTAÚ



El segundo día de la primavera de 1866, la mano hábil del teniente segundo Cándido López quedó despedazada en una zanja de la vergonzosa Curupaytí. Un soldado González, mientras le vendaba el muñón, explotó imprevistamente, alcanzado por otra granada. Días después, en la ciudad de Corrientes, el espanto del sub-trópico ya le había gangrenado el antebrazo, razón por la cual hubo que amputárselo en un hospital de emergencia abarrotado y húmedo. Un año y medio más tarde, Dios lo atendió en Buenos Aires y le seccionó otro medio húmero.

La desproporcionada Triple Alianza le dejó un modesto salario asignado al personal del Cuerpo de Inválidos, en cuyas instalaciones el militar adiestró su mano izquierda e inició su primera serie de trabajos que documentaban la desaparición del Paraguay. Los cuadros permanecieron cerca de veinte años en el taller, hasta que el general Mitre condescendió a reconocer –ante el pedido del propio autor- que las viñetas enormes contribuirían a ”conservar el glorioso recuerdo de los hechos que representan”; la elegía desató un aluvión de genuflexiones y así se forzó a las autoridades del club Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires una venia de exposición, en marzo de 1885.

Cándido López creyó con firmeza en la desigual gesta que se había cobrado su hacienda y su miembro. Él mismo se había enrolado voluntariamente, dejando para siempre el oficio de “retratista al daguerrotipo” que le había encendido la sospecha del sentido lírico de la realidad circundante. Durante los treinta y seis años que siguieron a la primera amputación se dedicó a dar vida minuciosa a los bocetos que había tomado en el campo de batalla. Rogó al menos por dos décadas -en tiempos de relegamiento y olvido- que el gobierno nacional se los comprara, aunque más no fuera a título de prueba documental. La administración de Julio Argentino Roca adquirió los veintinueve cuadros de la muestra de 1885 por once mil pesos, que el “Manco de Curupaytí” gastó íntegramente en una casa; en 1901, la Nación le compró otros dos trabajos.

Cándido murió el último día de 1902, setenta años antes de que se reconociera el valor artístico de sus niños guerreros, de sus vacas transparentes en el calor aborigen, de sus barcos a pique horizontal escondidos entre el follaje verde infancia, de su sangre arquetípica, de los fusiles flacos que echan agua letal y de sus muertos y vivos sin ojos ni boca ni dedos.

Los López de 1963 insistieron en desprenderse, ahora gratuitamente, del resto de las obras (unos treinta lienzos). Las autoridades nacionales tardaron cinco años en aceptar la donación.

Edipo se arrancó los ojos, consciente de haber desafiado al destino; el teniente López, vendedor de retratos en San Nicolás antes de la guerra, soportó la pobreza, la invalidez y la humillación de la súplica, bloques gravosos con los que se empedró, asombrosamente, el signo incontestable de su trascendencia.

martes, 13 de mayo de 2008

FLOR DE FANGO




Empieza con Re menor, eso es lo que tiene este tema; y además el Si menor del tercer verso, medio forzado (“de tu amor no exijo nada...”) pero de tanto valor místico. Y esas “bajaditas” inventadas por Johann Sebastian...

"Yo no daría ni un higo por la simplicidad en este lado de la complejidad, pero daría mi brazo derecho por la simplicidad que existe más alllá de la complejidad”, dijo el juez Holmes. Así también Borges juzgó “hechos a la perfección” estos versos de Fernán Silva Valdés:

Qué lindo,
vengan a ver qué lindo:
en medio de la calle ha caído una estrella,
y un hombre enmascarado
por ver qué tiene adentro se está quemando en ella...

Vengan a ver qué lindo:
en medio de la calle ha caído una estrella,
y la gente, asombrada, le ha formado una rueda
para verla morir sus deslumbrantes
boqueadas celestes.

Estoy frente a un prodigio
-a ver quién me lo niega-
en medio de la calle
ha caído una estrella.

Vindicación poética de la soldadura eléctrica, espera dolorosa y deseada de la aparición del amor en la vereda de enfrente; flores perdurables que en el fango cantan belleza y gritan la deshonra del limo que las nutre.

¿Quién es el autor de “Una calle nos separa”? La asombrosa respuesta, acá.

viernes, 9 de mayo de 2008

EN MEMORIA DE LA VERGÜENZA DEL 8/5/2008, ESTADIO RIVER PLATE


Exiguas almas, faltas de coraje,
presas del tedio y de los millones
devastadoras de los corazones
indignas de pasión y de homenaje:

¡si despertara de la fría tierra
el artillero máximo, Labruna,
para gritarles desde la tribuna
que el fútbol es lo mismo que la guerra...!

¡Que la virilidad campea en ambos,
que ambos ponen a prueba a los varones,
que aquel a quien le bajan los calzones
debe dejar la vida sobre el campo!

¡Y no entregar el pabellón glorioso
ni abandonar el barco como ratas
ni como un animal abrir las patas
para que el enemigo pase victorioso!

Que peor que la muerte es la memoria
de sin luchar tenerse por vencido
y cacarear y regresar al nido
como aquella otra vez de nuestra historia.

¡Toquen degüello a aquella cobardía,
bajo la sombra de Ángel Amadeo!
Que aquel a quien se dio en llamar “El Feo”
¡jamás vistió plumaje de gallina!

jueves, 8 de mayo de 2008

LA BURLA DE LA HISTORIA



-El hombre es el sujeto, y la historia es la sustancia –dijo Hegel.

-¿Qué? –dijo su mujer.

-Que existe la posibilidad de un sujeto, que se va construyendo a medida que él también existe.

-Ayudame con esto–. La mujer de Hegel se había trepado a una silla y sacaba uno a uno los frascos de conservas para quitarles el polvo. –No sé para qué me pasé cocinando todo el verano, si ya se está por podrir porque nadie lo come.

-¿A vos no te parece? –participó Hegel.

-Que me parece qué.

-Que la razón histórica es también la razón humana, y en inmanencia conforman al hombre en tanto sujeto posible.

-No sé, Gregorio.

-Parece contradictorio, porque la razón histórica excede al hombre, pero es también el hombre. Lo que se olvidan es que las lógicas no formales desestiman que un juicio puede ser verdadero y falso a la vez.

-A ver, teneme que son las grosellas que trajo tu tía de Karlsruhe.

Gregorio Guillermo Federico, sin embargo, sostuvo y no sostuvo el globo de vidrio de cinco kilos de dulce del Rhin, que a la vez despedía aromas de niñez y de edad adulta, de Alemania y de Francia, de hombre y de mono.

-¡Hegel! –gritó la mujer- ¡No te traje para que seas un obstáculo, te traje para que me ayudes!

-¡Pero, cariño, si todo problema es potencia del bienestar!

-Traé una escoba, querés.

-¿Ves? Si no se hubiesen derramado las grosellas, yo no estaría barriendo. La solución de las contradicciones es el motor de la historia. Cuando termine, todo te va a parecer un fin en sí mismo, habrá que buscar alguna otra cosita para progresar.

-No, Gregorio, no: si volvés a ensuciar...

-Tranquila, mujer –aplacó Hegel, pensando que algo lo movía, algo con valor teológico, algo que buscaba su camino para realizarse, fuera de lo cual latía la nada misma. –Pero no sé cómo ayudarte...

-Dejá, vos nada más sosteneme la silla, yo bajo los frascos, los repaso y después los acomodo.

-Estaba pensando que este solucionar tiene necesariamente que partir de una contradicción. Sin contradicción no hay solución, y sin solución no hay devenir. El fluir es necesariamente traumático –sostuvo entonces Gregorio, apartando la silla no bien su mujer hubo hecho el gesto de apoyar el primero de sus zapatos de madera de Welsickendorf. La señora rodó por la cocina berlinesa. -¿Has visto? Ahora con toda seguridad tendrás que ponerte de pie.

-Se terminó, Hegel. Comerás de los frascos sucios, yo no pienso pasar un solo trapo más. Y estas grosellas mal barridas quedarán en el piso, estoy cansada de trabajar con el lampazo.

-Tenés razón y no tenés razón. Eso es lo que me gusta de vos, cómo te movés.

-Hablando de eso, Gregorio –dijo la mujer sacudiéndose con una servilleta el dulce pegado en la falda aldeana –me vuelvo a Friedrischluga. Para mí fue muy difícil; yo... yo te quise y te amé no sabés cómo, en un momento dado daba lo que me pidas por vos. Pero veo que no me respetaste ni a mí, ni a mis cosas, ni a mis tiempos...

-Te equivocás, el tiempo es una de las cosas a la que más respeto ¡si ni siquiera me animo a su intelección directa plena!; más allá de que la sola idea ya me parece sospecha de existencia... no sé, tiene que ver conmigo, no con vos. Además, justo hoy que vienen Schiller y Hölderlin...

-Ahí está, lo único que te importa. Tus amigos. Yo si me caigo de una silla qué.

-Qué de qué.

-Basta, Hegel, me voy... ahí en la despensita les dejo unos bollos. No se rían muy fuerte, que los perros no van a dejar dormir a nadie y quiero irme con dignidad.

En eso, sonó la campanilla. En tanto Hölderlin llevaba de una mano a otra las cartas de un mazo bárbaro, Schiller preguntaba qué había pasado, que su mujer rodaba por la Hitlerstrasse pegoteada y llorando.

-Nada, muchachos –respondió Hegel con una sonrisa sádica y totalitaria –tiene que ver con lo que les hablaba en el poker de la semana pasada.

-¿La astucia de la razón para cumplir su plan?

-Nuestro plan –aseguró el hombre –sacá los frankfurter y llamemos a las chicas.

jueves, 1 de mayo de 2008

RESULTADOS DE LA ENCUESTA DE ABRIL DE 2008

La encuesta de abril arrojó los siguientes resultados:

Consigna:
¿Usted mataría, o habría dado muerte a alguien, si no estuviera penado por la ley?

Sí, y por mi cuenta: 40%
Sí, pero contrataría un asesino: 0%
No: 60%

Lo que revela que la represión de los impulsos procurada por la sociedad civil y cristiana durante más de veinte siglos, el miedo a las consecuencias de los métodos de control social y la inoculación de una ética de la vida en sentido amplio han persuadido a más de la mitad de la población.

Si la mitad del 40% irrefrenable se animara a desoír la ley, 8 de cada 10 personas se encontrarían en situación objetiva de peligro; descontando que la otra mitad por razones de estricto seguimiento de su ética personal se negaría a cuidar al 60% “sano” de las acciones de quienes comulgan sus mismos valores, habría que destinar al menos dos de cada seis “limpios” a fin de asegurar el buen orden de las cosas.

Ello importaría una rivalidad más o menos pareja entre un 40% respetuoso de la dignidad humana intrínseca y otro tanto que por sus medios cometería homicidio, llegado el caso.

En este esquema, la pérdida de “sanos” sustraídos del destino de construcción de un orden virtuoso y relegados a funciones de vigilancia y control es del 33%. Pero, habida cuenta de que el error es constitutivo del ser humano, debería asignarse al menos un tercio de las acciones de los guardianes a intentos fallidos, cuya incidencia global podría traducirse en “una persona menos” para vigilar; o lo que es lo mismo, la necesidad de que otro “bueno” asuma actitudes represivas.
A su vez los “sanos” compelidos a reprimir, imbuidos de los métodos de los díscolos a fin de estimular más eficientemente su desaparición o sofocamiento, ya conformarían necesariamente una “masa objetivamente mala” -¿de qué sirve una policía excesivamente aséptica?, gritan los buenos protegidos-.

A ello debe sumarse el miedo de los tres restantes de ser atacados, circunstancia que coadyuva a la realización de prácticas también objetivamente represivas –tales como disparar al ladrón, frustrar violentamente el delito o golpear al delincuente frustrado-, cuando no de manifestaciones de violencia pasiva –los llamados ofendicula: vidrios sobre las tapias, rejas electrificadas, etc.-. Si la imprevisión es la excepción, el espíritu precautorio absorbería a por lo menos dos de cada uno de los tres que quedan del lado deseable.

Queda un ingenuo cada diez personas. Uno al que roban, esquilman, violentan y ordenan. Uno que no mataría ni tomaría previsiones de matar, ni apoyaría éticamente la muerte de quien muere, ni propondría la idea de matar, ni asignaría remesas de dinero a la instalación de máquinas de matar o herir en su casa, ni avisaría a ningún matador la presencia de alguien susceptible de ser muerto, de acuerdo con el criterio de los otros nueve. Uno que, por el contrario, viviría y dejaría vivir, como dice la canción, de frente al sol que vio Platón fuera de la caverna y de espaldas a las cadenas de sus propios compañeros, que se burlaron de su nueva cosmovisión.

A él va este blog.