largarse a llover: Comenzar a llover. Elípticamente, largar, largarse. Se largó a llover a las cinco, cinco y media de la mañana. Está desde el mediodía que se larga, que no se larga.
(Del Diccionario de la Clase Media Porteña, de próxima aparición)
Son demasiado, no se puede
Así he venido siendo: una gran promesa. Mi vida se ha llenado de gitanos de la esencia, captores de lo que podía dar, para revender barato o para despuntar la perversión de la supervivencia.
Ahora, como una puta vieja, tengo panza y no prometo nada más, para siempre.
¡Ah, los estragos del plagio, gracia de los indotados, atajo de almas desposeídas, casa de la intrascendencia, campo en el que retoza la ceguera saturada de astucia y exenta de virtud!
Ismael Serrano (Serrat - ¡No!, claro que no), juglar de la clase media internacional -que cada diez años asigna nombres idénticos a todos los hijos- ha perpetrado este indecoroso y astillado espejo de la dulce trova del británico, para solaz del devenir hormonal de más de una de esas mujeres en cuya cosmovisión se igualan amor y sexo, o según las cuales amor sin sexo es nada.
Que todo ente es sólo idéntico a sí mismo es principio incontestable de la lógica clásica. Pero a no negarse que el bochornoso engendro Eres es a Shape of my heart lo que el esforzado mamarracho del niño regalón y desprovisto es a Fra Angelico o a cualesquiera de los paisajes de Friedrich. Quien lo prefiera, sin dudas habla de sí.
¿Qué festeja este ejemplar de oficinista, este arquetipo de "hombre común"? ¿La consagración de su ideario?
¿Es cierto que este tomador de créditos para fines cotidianos vendió todas sus pertenencias y colocó el dinero resultante a plazo fijo? ¿Por esa razón sólo aparenta contar con la aprobación de su padre, que allende el vidrio respeta la decisión del hijo que progresa abrazándose al estándar? ¿Por qué no está la madre del danzarín? ¿Acaso porque, como elemental norma de supervivencia, "no se sentiría tan segura" de confiar los ahorros a un banco que hace poco más de sólo seis años no los devolvió jamás y a nadie, imposible de persuadirse incluso a partir de la explicación del empleado celebrante, rayana en la subnormalidad? ¿O porque, como también predica el imaginario clasemediero, "las mujeres no saben nada de esto"?
No dudemos, a juzgar por la freudiana media-escalera que lo secunda, que este protocalvo habrá determinado su nimia prole al menos bajo la forma de uno o dos de esos mocosos de serie cuyos ojos nada dicen... ¿Qué dirá entonces su esposa, abandonante como muchas otras de la estética de los músculos por la atracción del empleo y del salario mensual, ahora que Sebastián nos dejó "la casa pelada"?
¿Acaso el desmantelamiento del hogar es una variante de la rebeldía que no ejercita en su aséptico puesto de trabajo, sostenido a fuerza de obsecuencias, fusilamientos de principios y concesiones capitales? ¿El banco anunciante propone encauzar la rebelión, trocar la ebullición de la sangre por la ansiedad de la fecha de cobro? ¿O es que verdaderamente volverán a defraudar al desbordado de la imagen con anuencia de la ley, conminándolo a la pérdida definitiva de sus muebles y lo que es peor, de sus electrodomésticos?
Esa explícita coreografía plagada de gestos de tomar "dinero de aire"... Y esas pilas de billetes creciendo al ritmo de la danza de la medianía, no en el ball room, sino en una caja lejana... ¿Qué relación hay entre la espera de la renta exigua y la de los hijos, concebidos ambos como "frutos" sociales?
Señores, están todos los símbolos, uno a continuación del otro. La historia volverá a mostrar cómo también, uno a uno y como patitos de feria, tantos y tantos padres de familia volverán a pedir justicia, así ataviados de oficina, frente a las cámaras de la televisión.