lunes, 19 de octubre de 2009

ESTIMADO LECTOR

          Afligido por el devenir desvirtuoso de todo lo que existe, y carente de retórica y de poder de inserción en el entendimiento del hombre en sentido amplio, que defiende todas las veces su propia devaluación, no queda sino irme.

          Agradezco la constancia de quienes comentaron y el interés de quienes alguna vez dedicaron algunos minutos a menudear sobre mis pobrezas.

          Pero no soy suficiente. No tengo lugar, y éste tampoco.

          Gracias, adiós.

miércoles, 14 de octubre de 2009

EL DESEO DE LA CLASE MEDIA DE MATAR AL DELINCUENTE

          Dice Eugenio Raúl Zaffaroni, juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en El enemigo en el Derecho Penal:

"          (...) la polarización de riqueza que provocó la economía globalizada deterioró gravemente a las clases medias, volviéndolas anómicas (Nota: tanto en el sentido de Emile Durkheim, pues no les sirven las normas anteriores de acceso a la riqueza, como en el de Robert Merton, porque carecen socialmente de vías legítimas para ese mismo acceso). Por eso reclaman normas, pero no saben cuáles. Son anómicos patéticos que claman por normas y en su desconcierto acaban encolumnándose detrás del discurso autoritario simplista y populachero del modelo norteamericano, que viene con el prestigio de una sociedad que envidian y admiran y que será el que permitirá un mayor control sobre estas mismas clases medias, especialmente porque son las naturales proveedores de futuros disidentes.

          En general, aunque se trata de una hipótesis que sería menester investigar, pareciera que a medida que la riqueza se polariza, avanza la anomia en el sentido originario de Durkheim el discurso populachero y primitivo tiene mayor aceptación porque parece compensar la seguridad perdida a causa de la globalización; la sociedad pierde cohesión y está ávida de un discurso que se la devuelva, por primitivo, vindicativo y völkisch o populachero que sea; se cohesiona detrás de un discurso simplista que clama por la venganza lisa y llana.

          Dado que el mensaje es fácilmente propagado; que se facilita desde el exterior; que es rentable para los empresarios de la comunicación social; que es funcional para el control de los excluidos; que tiene éxito entre ellos mismos; y que satisface a las clases medias en decadencia, no es raro que los políticos se apoderen de él y hasta se lo disputen. Como el político que pretende confrontar con este discurso es descalificado y marginado de su propio partido, si no lo asume por cálculo electoralista lo hará por temor, y, de este modo, por oportunismo o por miedo, se impone el discurso único del nuevo autoritarismo.

          (...) ...el discurso autoritario cool latinoamericano participa del simplismo del norteamericano y, al igual que aquél, carece de todo respaldo académico y se enorgullece de ello, pues esta publicidad populachera denigra constantemente la opinión técnica jurídica y criminológica, obligando a los operadores políticos a asumir idéntico desprecio.

          Tampoco es posible dotarlo de cualquier discurso coherente, pues sólo se compone de slogans o propaganda. La irracionalidad es de tal magnitud que su legitimación no puede provenir ni siquiera de groserías míticas –como Rosenberg en el nazismo-, sino que se reduce a puro mensaje publicitario con predominio de imágenes. Su técnica responde a una investigación de mercado que vende el poder punitivo como una mercancía. En la medida en que se verifica que la promoción emocional de impulsos vindicativos tiene éxito comercial, se la perfecciona. Los servicios de noticias y los formadores de opinión son los encargados de su difusión. Los especialistas que se muestran no disponen de datos empíricos serios, son opinadores libres que reiteran el discurso único. (Nota: es interesante verificar la similitud de la publicidad del sistema penal con la de los dentífricos o analgésicos: en ambas suelen presentarse personas que representan o actúan como especialistas. En otros casos, son las víctimas o sus deudos quienes asumen ese papel en los medios, como si la justicia del reclamo de un mejor servicio de seguridad otorgase los conocimientos técnicos para determinar las vías de su obtención).

          (...) Por todos estos medios poco éticos o directamente criminales, se vende la ilusión de que se obtendrá mayor seguridad urbana contra el delito común sancionando leyes que repriman fuera de cualquier mesura a los pocos vulnerables y marginados que se individualizan (a menudo son débiles mentales) y aumentando la arbitrariedad policial, con lo que se legitima directa o indirectamente todo género de violencias incluso contra quienes objetan el discurso publicitario.

          Con ello no sólo se magnifica la inseguridad sino que, al proclamarse la existencia de una pretendida impunidad o linidad generalizada, se lanza un metamensaje que incita publicamente a los excluidos al delito (“delincan que no pasa nada”), asumiendo el efecto de una profecía autorrealizada: el mensaje, lejos de ser indiferente a la criminalidad común, en tiempos de desempleo, exclusión social y carencia de proyectos existenciales, pasa a tener claros efectos reproductores. (Nota: se ha visto claramente en la Argentina con la publicidad desatada en torno de los secuestros. En este país, se difundió el “secuestro express” y se vulgarizó –hecho aun más grave- la idea de que el secuestro es delito “fácil” y rentable, con lo que se produjeron secuestros practicados por improvisados (los “secuestros bobos”) que acabaron con varias muertes, dado que son los más peligrosos para la vida de las víctimas).

          (...) Como el estado desapoderado de los países que llevan la peor parte en la globalización no puede resolver los problemas sociales serios, sus políticos optan por simular que los resuelven o que saben cómo hacerlo, se vuelven maneristas, afectados (...). Los políticos, presos en la esencia competitiva de su actividad- dejan de buscar lo mejor para preocuparse sólo por lo que pueda transmitirse mejor y aumentar su clientela electoral.

          Este autoritarismo publicitario cool presenta una frontalidad grosera, pero como carece de enemigo fijo y también de mito, es desteñido, no tiene el colorido de entreguerras ni la inventiva del biologismo racista, su histrionismo es más bien patético, su pobreza creativa es formidable, es huérfano de toda brilantez perversa, más bien tiene una horrible y deprimente opacidad perversa. En él no hay monumentos neoclásicos, científicos racionalizando, paradas ostentosas; es más bien pobre, funciona porque es poco inteligente, es elemental, no piensa y promociona una huelga del pensamiento o un pensamiento nulo, porque al menor soplo de pensamiento se implosionaría. El ejercicio del poder punitivo se ha vuelto tan irracional que no tolera siquiera un discurso académico rastrero, o sea que no tiene discurso, pues se reduce a mera publicidad.

          (...) pocos se animan a contradecir la publicidad cool del discurso único y, por ende, su autoritarismo es de enorme magnitud. No se trata del estado autoritario que controla y censura los medios de comunicación, sino que la comunicación, convertida en publicidad en procura de rating, se ha vuelto autista e impone un discurso que está prohibido contradecir, incluso al propio estado, porque el único enemigo fijo que tiene es quien desprestigia la represión, que es su producto. Como toda publicidad, no reconoce otro enemigo que quien niega las bondades del producto que promociona.

          En esta coyuntura los políticos optan por montarse sobre el aparato autista y sancionar leyes penales y procesales autoritarias y violatorias de principios y garantías constitucionales, prever penas desproporcionadas o que no pueden cumplirse porque exceden la vida humana, reiterar tipificaciones y agravantes en marañas antojadizas, sancionar actos preparatorios, desarticular los códigos penales, sancionar leyes penales inexplicables por presiones extranjeras, ceder a las burocracias internacionales que buscan mostrar eficacia, introducir instituciones inquisitorias, regular la prisión preventiva como pena y, en definitiva, desconcertar a los tribunales mediante la moderna legislación penal cool, sin contar con otros muchos folklorismos penales, como pretender penar por encubrimiento a los familiares de víctimas de secuestro que no denuncien o que paguen el rescate exigido.

          Esta legislación constituye el capítulo más triste de la actualidad latinoamericana y el más deplorable de toda la historia de la legislación penal en la región, en que políticos intimidados por la amenaza de una publicidad negativa provocan el mayor caos legal autoritario –incomprensible e irracional- que haya tenido lugar en la historia de nuestras legislaciones penales desde la independencia.

          Este período será señalado como el más degradado de la historia penal; su decadencia ni siquiera puede compararse con las legislaciones autoritarias de entreguerras, que sancionaban leyes frontalistas para propaganda y complacencia de sus autócratas, y, ni siquiera, con los momentos de legislación represiva de las frecuentes dictaduras de nuestro pasado, porque los legisladores actuales lo hacen sólo por temor a la publicidad contraria o por oportunismo, o sea que su conducta no está orientada por un autoritarismo ideológico como el fascista, el nazista o el stalinista, ni tampoco por el autoritarismo coyuntural de las dictaduras militares, sino que es simplemente cool, lo cual resulta más decadente desde la perspectiva institucional. El presente desastre autoritario no responde a ninguna ideología, porque no lo rige ninguna idea, sino que es justamente todo lo contrario: es el vacío del pensamiento."

miércoles, 7 de octubre de 2009

OÍDO AL PASAR - RITOS DE PERTENENCIA EN LA MUJER COMÚN DE HOY

          -...tonse termino el análisi y me dice la chica: "cuchame, vos no tenés vejiga..." Le digo "si yo tomé toda lagua que me dijeron, y encima no sabés lo que tuve quiaguantarme; me dice "no sé, acá te sale muy chica".

          -Ah...

          -Igual nada, me dijo que por los tres meses dembarazo toy bien, se ve también que tenía un quistecito pero muy chiquito, dijo que no afecta para nada, así que...

          -Claro...

jueves, 24 de septiembre de 2009

OÍDO AL PASAR

          -A mí perdirme que haga una manualidad es matarme en vida.

          -No, sí, sí, sí, yo también, no hay tiempo, no se dan cuenta que trabajamos nosotras también...



Gracias a Pi Pío que lo escuchó en el subte.

domingo, 20 de septiembre de 2009

DÉBORA PÉREZ VOLPIN, LA MUJER QUE DUERME CON UD.


          Una de las formas en que los medios se acercan a la gente es haciéndose eco de los problemas y vicisitudes de la vida cotidiana, a fin de que, a través de una identificación (aunque mentirosa) con el receptor del mensaje, se logre una mancomunión de voluntades que eterniza el "ida y vuelta" comunicacional y, a la vez, cierre el propósito empresario.

          Este reconocimiento amigable del estado del otro por parte del órgano creador de realidad a veces asume formas grotescas, como en el caso que hoy nos toca comentar.

          Todas las mañanas de los días "laborables", Débora Pérez Volpin conduce el programa de noticias que los habitantes de Buenos Aires que tienen trabajo ven mientras desayunan. En él se repite varias veces el pronóstico de la jornada -el meteorólogo es una de las estrellas de la emisión-, también varias veces se da cuenta del estado del tránsito en las principales avenidas de la ciudad y se legitiman minuto a minuto los diez o doce principios que la clase media quiere estables para que su vida no entre en pánico.


          Con un fondo de vida cotidiana (el estudio deja ver detrás de la escena periodística un nudo de autopista y algunos edificios porteños, aquellos en los que usted también vive), la mujer, vestida y maquillada de clase media, deja también entrever, salvando su belleza estándar de fémina común y silvestre -como su señora-, algún resabio de maternidad, sea en la sospechada flaccidez de sus mamas, sea en algunas formaciones adiposas que se escapan del talle. Débora presenta en todo mometo una apostura y a la vez una firme disposición frente a los hechos convencionales de la vida, legitimantes de lo que usted está haciendo en este momento que, sumadas ambas a su target de empleada de rango aceptada por la oficialidad, dan sustancia y cuerpo al estatus de normalidad aprobado por nuestras políticas de control social. La clase media se refleja en la imagen y en el modo de conducir de la periodista.


          Todos los sistemas de control social son complejos y se desarrollan en la clandestinidad; suponen el cercenamiento de derechos en contra de la voluntad de aquellos a quienes se dirige y siempre tienden a producir una herida, en el sentido de sacrificar costumbres en pos de la consecución de un estilo de vida fácilmente abarcable por el poder.

          Pero el caso de la elección de Débora Pérez Volpin nos muestra precisamente todo lo contrario. El canal por el que se emite el noticiero prácticamente no tiene que hacer nada para lograr una identificación plena entre el espectador y la conductora, que no habla muy distinto de todas las demás ni demuestra una cultura superior, ni posee un manejo del lenguaje más hábil que el que tendría un interlocutor cualquiera en una charla cualquiera.

          Entonces me pregunté: ¿por qué Débora Pérez Volpin es funcional a esta forma de control social? ¿Por qué "Arriba Argentinos", el programa que conduce de 7 a 9:30 de la mañana es el elegido por quienes, minutos después, deberán afrontar la tortura del subterráneo y la molicie de las oficinas porteñas, esto es, trabajadores algo calificados que, si bien han desdeñado la cultura desde hace varias décadas, tampoco toleran la ausencia de "preparación" en un profesional?


          Y la respuesta surgió en seguida: Débora Pérez Volpin tiene cara de dormida, y eso es lo que atrae a los televidentes del horario de la primera mañana. No es el contenido lo que busca la clase media; fruto de su indiscutido egoísmo, busca la identificación plena con su aquí y ahora. A la clase media no le interesan más que las cosas que pasan todos los días -de hecho, por algo cambió la biblioteca por un televisor más en cada habitación-. Débora se las dice con la misma firmeza y decisión que cuando el ama de casa reclama uno o dos pesos frente a la cajera de un supermercado. No claudica ante las injusticias nimias de todos los días -por caso, el aumento de las tarifas de gas o electricidad-, mirando firmemente la cámara del mismo modo que la clase media mira con insistencia de justo reclamante a quien ha cometido un desatino que debe ser castigado de forma ejemplar. Se alegra de lo que usted se alegra y se queja de las cosas que a Ud. le parece que hay que quejarse, cómo no.


          Pero, además, todo ello lo hace con la misma cara de dormido que Ud. está teniendo en este momento. Es más, un segmento del programa está dedicado a que Débora le quite la modorra y lo estimule para afrontar la jornada: en él, un primerísimo primer plano de su rostro de morfina lo insta a que vamos, ya sabemos cómo son las cosas, ¿por qué mejor no nos levantamos, eh, tomamos el cafecito, eh, que está rico... y bué, nos vamos a trabajar, como todos los días...? Vamos, vamos, arriba, sin quejarnos, vamos a sacar las sábanas y a salir a la vida..."

          Así la clase media, que ya viene sabiendo que a la tarde quizás llueva y a la noche despejará para dar paso al buen tiempo de mañana; que se siente a salvo porque el atraco del día sucedió a muchos kilómetros; que afirma su legalidad al conocer las ilegalidades de los demás y que participa de la decepción colectiva sobre hechos más o menos catalogados como decepcionantes en el imaginario, reforzará el sentido de todo esto porque quien se lo transmitió está tan dormida como cada uno de los telespectadores, pero ha puesto el mismo esfuerzo que ellos al servicio de la creación de plusvalía.

          Cada vez que digo este tipo de cosas, cada ocasión en la que tengo oportunidad de hacer notar que no es casual que uno de los canales de televisión que más ve la clase media hay una mujer con rictus de dormida que legitima las conductas colectivas y que esto es una forma a la vez de captación de voluntades decaídas y de control social, me dicen que estoy loco, o no me dicen nada, o me dicen cosas como "bueno, dale, tomate el café".

lunes, 14 de septiembre de 2009

MÁSCARA DEL AMOR

          Después tuvo un hijo y enloqueció, pero esa tarde de patio encendido me sonrió y estaba tomando helado; me sonrió porque la miré y una espuma de vainilla se le quedó pegada en los dientes, se dio cuenta en seguida pero no pudo enterrar la vergüenza y también se sonrojó, pero manteniendo la sonrisa con el helado de vainilla ahora salvado por la lengua que se le volvía amarilla y viscosa, pará, pará reía a los chicotazos de barquillo y el helado no se le iba y me di cuenta de que me amaba, yo podía mirar los bordes de las columnas, las chicas entre las mesas que cumplían deseos pasajeros de café bar, las cuadrículas del cucurucho ajado por su mano común, pero miré su cabezotita yo qué sé por qué y sonrió con helado adentro y me di horrorosa cuenta de que se había enamorado.

          Muchos años después tuvo un hijo y enloqueció.

viernes, 11 de septiembre de 2009

OÍDO AL PASAR - UNA MAÑANA EN EL SUBTERRÁNEO

          -Tonse lo veo que me dice "atá, atá, quedo atá".

          -Ja, ja.

          -Me lo morfaba...

          -Ja, ja.

          -"Quedo atá, mami"

          -Ja, ja, ¿y qué hiciste?

          -Y, lo pasamos atrás...