jueves, 1 de mayo de 2008

RESULTADOS DE LA ENCUESTA DE ABRIL DE 2008

La encuesta de abril arrojó los siguientes resultados:

Consigna:
¿Usted mataría, o habría dado muerte a alguien, si no estuviera penado por la ley?

Sí, y por mi cuenta: 40%
Sí, pero contrataría un asesino: 0%
No: 60%

Lo que revela que la represión de los impulsos procurada por la sociedad civil y cristiana durante más de veinte siglos, el miedo a las consecuencias de los métodos de control social y la inoculación de una ética de la vida en sentido amplio han persuadido a más de la mitad de la población.

Si la mitad del 40% irrefrenable se animara a desoír la ley, 8 de cada 10 personas se encontrarían en situación objetiva de peligro; descontando que la otra mitad por razones de estricto seguimiento de su ética personal se negaría a cuidar al 60% “sano” de las acciones de quienes comulgan sus mismos valores, habría que destinar al menos dos de cada seis “limpios” a fin de asegurar el buen orden de las cosas.

Ello importaría una rivalidad más o menos pareja entre un 40% respetuoso de la dignidad humana intrínseca y otro tanto que por sus medios cometería homicidio, llegado el caso.

En este esquema, la pérdida de “sanos” sustraídos del destino de construcción de un orden virtuoso y relegados a funciones de vigilancia y control es del 33%. Pero, habida cuenta de que el error es constitutivo del ser humano, debería asignarse al menos un tercio de las acciones de los guardianes a intentos fallidos, cuya incidencia global podría traducirse en “una persona menos” para vigilar; o lo que es lo mismo, la necesidad de que otro “bueno” asuma actitudes represivas.
A su vez los “sanos” compelidos a reprimir, imbuidos de los métodos de los díscolos a fin de estimular más eficientemente su desaparición o sofocamiento, ya conformarían necesariamente una “masa objetivamente mala” -¿de qué sirve una policía excesivamente aséptica?, gritan los buenos protegidos-.

A ello debe sumarse el miedo de los tres restantes de ser atacados, circunstancia que coadyuva a la realización de prácticas también objetivamente represivas –tales como disparar al ladrón, frustrar violentamente el delito o golpear al delincuente frustrado-, cuando no de manifestaciones de violencia pasiva –los llamados ofendicula: vidrios sobre las tapias, rejas electrificadas, etc.-. Si la imprevisión es la excepción, el espíritu precautorio absorbería a por lo menos dos de cada uno de los tres que quedan del lado deseable.

Queda un ingenuo cada diez personas. Uno al que roban, esquilman, violentan y ordenan. Uno que no mataría ni tomaría previsiones de matar, ni apoyaría éticamente la muerte de quien muere, ni propondría la idea de matar, ni asignaría remesas de dinero a la instalación de máquinas de matar o herir en su casa, ni avisaría a ningún matador la presencia de alguien susceptible de ser muerto, de acuerdo con el criterio de los otros nueve. Uno que, por el contrario, viviría y dejaría vivir, como dice la canción, de frente al sol que vio Platón fuera de la caverna y de espaldas a las cadenas de sus propios compañeros, que se burlaron de su nueva cosmovisión.

A él va este blog.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

querido casandro: a mi me alegra ser parte del porcentaje mayor, ya q matar es una salida facil, lo dificil es hablar.....

Anónimo dijo...

Estimado Doctor "L", lamento no ser la persona a la que se le dedique este blog, YO, que me autoreconozco como una extraña persona con mala conducta, me cago en el laburo y me cago en el sistema, tal vez sea por eso que trabajo de 8 a 17 y nunca mate a nadie, que valga la pena, todavia. Es parte de la incoherencia de mi propio ser. Desde ya lo felicito por este espacio y estaré esperando que el otoño de su intelecto deje caer otro precioso texto sobre esta vereda electronica que nos encuentra una vez mas. Nos vemos !!!

Casandro dijo...

iool: Ya lo creo, hablar es lo más difícil. Escuchar, también. Hablar y escuchar es doblemente difícil. Imagínese el trabajo que ya tenemos con hablar, escuchar, leer y escribir!!!! Concentrémonos en esas cosillas que hasta matar faltan varias paradas. Gracias por ser como es.

Nani: Bien lo ha dicho Ud., estoy en el otoño de mi intelecto. Cuénteme Ud. cómo es la primavera, que no la he tenido nunca. Le agradeceré a vuelta de correo; por lo pronto me inclino ante sus respetuosos e inmerecidos halagos.