sábado, 19 de abril de 2008

EL AMOR DESPUÉS DEL AMOR (Nota II - Final)



Ya en el rictus de placidez en la medianía que ostenta la escritora se viene cifrando lo que uno de nuestros poetas populares aportó cierta vez, en una cuarteta de inevitable olvido:

Un hombre común
tiene todo lo que tiene que tener
ganas de vivir la vida
y que se dejen de joder.

(Piero, Un hombre común –1984-)

En efecto, de sólo ver los hoyuelos masivamente deseados, la mirada lateral, el estándar de peluquería sencilla, el pardo de los ojos y otras alternancias de su fisonomía, quedan echados a luz de entendimiento los límites edificados por el "multimedios", a su vez pedidos a gritos –por traer aquí también un lugar común- por los destinatarios de su inverosímil sueño de amor.

A esta mujer común, preludio de la conservación del hombre común, le ordenan predicar, así conformada, su intención de ser amiga, madre, compañera, cocinera, amante, fregadora, a cambio de reconocimiento genital, de quien le acomode el saquito tejido a la hora en que sólo las mujeres enamoradas sienten frío. Una pretensión común, como los compradores de Clarín, perdidos en la vorágine gratamente tolerada del transporte público y del tránsito vial, cuyo nombre es estancamiento y fugacidad. Su mirada común se dirige al guiño común, a hombres comunes que despiden olorcito, a porciones de pizza compartidas, a trabajo hebdomadario más o menos remunerado. Practica el reojo fingido al muchacho como yo que la salve de sus cuatro noviazgos fracasados, pero “hacerle lerolero a la mirada ajena”, dice, le “encanta”, contradicción que tiende a alimentar la seducción de índole claramente copulativa que subyuga al hombre de oficina.

Común es su sintaxis, común es su pretensión, comunes son sus listas de “candidatos”; difundido está nacer en San Cristóbal y mudarse a Barracas, tener una gata, llamarla freudianamente Violeta y dormir freudianamente con ella. Común es, por estos días, haber tenido cuatro parejas y aun esperar el estado de enamoramiento.

Común es también el robo piadoso, y así, como ya se ha advertido -más de una vez-, el blog escogido por el monstruo “mediático” para victimizar a los devaluados amantes es plagio de otro de reales quilates –http://www.ciegaacitas.com/-, cuya fluida prosa de ribetes literarios dista largamente de las menudencias de asalariada explicitadas por la autora, aprobadas por su jefe de redacción y por los cientos de comentarios de compradores aficionados a frases del tipo “no me cierra” o “la gente anda por la vida queriendo aparentar y se olvida de la esencia que es ser uno mismo con sus miedos y sus cosas buenas!!!” En el mismo sentido entonaba Tita Merello: “yo le pongo lo ojo pa'rriba, y ende mientra le afano un repollo”, ni más ni menos que lo que se entrevé en “Quiero un novio”.

¡Oh, el amor del hombre común! Amor vernáculo, amor doméstico, amor para todos, disolución del Amor en múltiples amores desempeñados por habitantes y transeúntes como mejor y más buenamente les da su criterio de propia voluntad consumido, fogoneados por sus dictámenes de gónada, apurados por los innumerables tiempos que desgastan la humanidad de Buenos Aires; amor desperdigado entre los restos de una indescriptible y fenecida ilusión de trascendencia, asignado mal que mal a cada pacífico adquirente de periódicos y “telespectador”, como un don de fácil acceso a lo místico. Amor de hoyuelos, amor de chica que encoge los hombros, estandarización del Amor, desaparición del Amor. Es decir, el amor después del Amor; esto es: otra cosa.

Desearía ser Larra para cantar las aristas de este despropósito de modo mucho mejor. Pero Larra se suicidó hace ciento setenta años, imposibilitado de cambiar las cosas a sus veintiocho años, mientras España decaía y dejaba sola a Latinoamérica, cuyo porvenir de entonces, nuestro presente, cobraba en el mismo fatal instante del disparo muchas otras y más prescindibles vidas.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente!!!

Anónimo dijo...

usted no sera larra ...pero tiene lo suyo... lo felicito por tan aclarador articulo!!!

Anónimo dijo...

Ténquiu. Igualmente le recomiendo los Artículos de Mariano José de Larra, periodista y poeta español hundido en el Río de la Plata, 1809-1837, y ahí verá lo que es vivir.