viernes, 11 de abril de 2008

EL AMOR DESPUÉS DEL AMOR (Nota I)

Clarín, como un alquimista fenicio, caldea la cultura disponible hasta dar con la esencia de la clase media, deconstruyéndola perversamente con el fin de modelar luego los accidentes y de generar un homo media que le retorne el ingreso y le vomite la poca plusvalía de que es capaz. Victimizando su insaciable búsqueda de oropeles, el periódico porteño, como una demudada Matrix latinoamericana, procura a sus comprantes sueños de percepción contemplativa y brinda, además, las palabras y la sintaxis idóneas para su parloteo en los supermercados, en los taxis, en las oficinas, a la salida de los niños de las escuelas primarias y en los maxikioscos. Así, cada pequeño dictador –multiplicado por miles- cree alcanzar de una sola pasada de ojos la intuición intelectual de las intangibilidades superpuestas al mundo de las cosas, a las que también se aferran, generando una imperfecta aunque legitimada cosmovisión que parece incluir, en ese tinglado de maderas deficientes, las dos caras de la realidad: la sensible y la metafísica.

Espanta ya ver por Buenos Aires cómo se apaña este estamento para materializar las dos o tres abstracciones que, fogoneadas por su órgano de difusión, conforman su ideario de latón: la familia en automóvil, la propiedad exteriorizada en el departamento, el porvenir y la modestia resumidos en la locución futuro para mis hijos y otros tópicos de único interés canalizan el egoísmo y la exclusión de quienes no los comulgan. Largas son las congestiones de tránsito provocadas por la familia motorizada, muchas las desavenencias de los malnacidos Consorcios de Copropietarios, asombroso es el desamor que la defensa del futuro de los propios hijos produce en los demás y en sus hijos, que igualmente se devanean por inercia del fenómeno del tiempo hacia el inevitable “después”, lo quiera o no el asalariado obsecuente o neutral o el pequeño titular del derecho de dominio.

Esta parodia de vida virtuosa –resumida al ejercicio más o menos regular de cierto estándar convencional de legalidad, que de propia voluntad no llega al cabal cumplimiento de la ley-, sin embargo, tampoco parece resultar suficiente, pues no olvida la clase media que el hombre –común- en exceso de cuerpo es en la misma sustancia alma. En este sentido, viene incontestable que, una vez saciado aquél, ésta grita demandas insustanciales claramente susceptibles de estándar, como todo lo demás.

En esta búsqueda supermercadista de lo trascendente, no ha mucho tiempo viene perpetrándose el blog “Quiero un novio”, en el que una mujer que en épocas de mayor auge debiera ya haberse casado, publica su deseo de ser desposada, a pesar de, como ella misma reconoce, haber transitado y fenecido al menos cuatro noviazgos serios.

En realidad qué importa, pero son tantos los elementos que surgen de la elaboración de esta empleada “multimedia” que quien alguna vez ha creído en el amor no puede sino reaccionar frente a sus decaídas protestas de principios, viendo irremediablemente marchitos los sueños de trascendencia nacidos de la propia condición humana y comulgados desde la infancia. Véanse, si no, los requisitos que a ojos de la núbil posee el “candidato perfecto” (“candidato”, además):


Trece características que tiene mi futuro novio...

1. El que tiene pelo suficiente como para agarrar con las dos manos.
2. El que juega al futbol y vuelve embarrado de la cancha con olorcito.
3. El que no me aburre y me mata de risa con taradeces.
4. El que me toca el hombro y cuando me doy vuelta se esconde.
5. El que camina del lado de la vereda para que no me caiga.
6. El que me corta la pizza y me sirve mi porción en el plato.
7. El que me dice "quedate tranquila, todo pasa" y me abraza.
8. El que es tímido en el fondo y se derrite cuando le digo cosas lindas.
9. El que se conforman con un churrasco con tomate de apuro.
10. El que dice "okey, bonita, hoy cocino yo, ponéte las pantuflas".
11. El que me lleva las bolsas del súper que son más pesadas.
12. El que no se cree lindo aunque sea hermoso.
13. El que me da besos en el cuello. Fundamentalmente.



Que cada quien viene libre para adquirir su propia imago mundi es una verdad indiscutible, pero a no engañarse: una cosa es un pensador de oficina, de consorcio, de reunión de padres, y otra muy distinta es un solipsista. Hemos nacido hombres, únicos seres capaces de amar. Ésa y no otra es la esencia que debiera movernos, antes que buscar alguien que diga taradeces o que vuelva embarrado y con olorcito, al modo del chimpancé o de la cópula del hipopótamo en las márgenes del Bramaputra.

Quiero ser una chica normal que busca novio normal (...) Quiero que, al final, me dejen estar enamorada de quien se me canta”. Amiga, muy otro es mi canto; por lo demás, como lo predican las innumerables aprobaciones que recibe cada una de tus opiniones, verás que las pobrezas que componen tu desiderata son de tan fácil y lamentable consecución y ejercicio como cortar una pizza y servirla en el plato.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

y que quiere q le diga...yo para esa mina pasoooooooo.
pd:mi opinion ,contrariando a la suya(perdon!)es q los animales AMAN tambien... salutacoes!

Anónimo dijo...

Mucho Vitus B. Droscher, aunque, es verdad, no habría que descartar de movida que el abotonamiento perruno no se deba a excelsas razones de amor, sobre todo por lo difícil que es desprender ese enjambre. ¡Un baldazo a la derecha, por favor!