domingo, 15 de febrero de 2009

EL DATO (XIX)



  • Entre la clase media, la ronquera moderada de un hombre es apreciada como signo de masculinidad y contribuye a aportar razón práctica a los dichos del hablante que así se manifiesta.


  • La disfonía producto del consumo de alcohol o de cigarrillos es también percibida como un avance de la afabilidad del locutor. Si éste tiene entre veinte y treinta y cinco años, aproximadamente, esa peculiaridad de la voz es gratamente incorporada y causa al oyente un placer cercano al del trabajo de seducción.


  • Las voces suaves, o aquellas que no son ni graves ni agudas, suelen ser ridiculizadas por los integrantes de la clase media porteña; en especial aquellas muy agudas.


  • El varón de clase media que posee una voz acentuadamente grave esgrime esta característica como una virtud. Sus compañeros, tarde o temprano, le sugieren que tendría que haber estudiado para locutor.

4 comentarios:

Ars Urbanitas/HAMLET dijo...

En fin.. Créame; mi estimado Casandro que si la sóla portación de voces graves fuera el indicio de que alguien pudiere " locutar" correctamente, la radio sería otra cosa!!!!
Pero lamentablemente esa condición no se acompaña con un debido estudio y conocimiento de la gramática y de la semántica más elemental , del idioma español.

POr eso, la radio es lo que es: Una porquería.

Casandro dijo...

Pues no se enrola Ud. en el pensamiento general, si es que puede llamárselo así.
Por otra parte, ¿conoce Ud. a alguien cuya "condición" se haya acompañado de un "debido estudio", en cualquier rama del arte, de las ciencias, de los oficios, etc.?
Finalmente, los puercos pueden gozar de la radio, por qué no; pero también lo hacemos los hombres solos. En especial la "A.M.", que en la mayor parte del tiempo es el único ente que nos habla.

Ars Urbanitas/HAMLET dijo...

Supo haber gente responsable, no vaya a creer. Supo haber gente interesante, preparada y original. Supo, incluso, haber gente que hablaba en castellano y no argeingles o neoespañol, gente que podía conjugar un verbo correctamente, que se expresaba según la básica ecuación sujeto-verbo-predicado y no necesitaban inventar palabras para decir lo que querían decir.
Finalmente le cuento, que en esos tiempos dorados, en el eter, navegaban sonidos que poseían, en si mismo, algun sentido. Se escuchaban palabras que articuladas entre sí, querían decir algo...
Eso fue, paso y evidentemente ya no es, ni pasa.
Por eso, la radio, hoy por hoy, es quien le gana la batalla diaria al lexotanil.

Casandro dijo...

Pues resucitemos esa convicción lingüística, Ars Ubanitas, desempolvemos la tradición muerta con los muertos, y transformemos el éter en espíritu.