martes, 30 de septiembre de 2008

REDUCCIONISMO

          El abrupto descenso de la tasa de comprensión ha provocado que, sobre cualquier explicación científica, las complejas circunstancias y proyecciones de los hechos suscitados en el mundo de las cosas y las especulaciones propias del de las ideas sean difundidas en los medios de comunicación como vivencias personales, como meras contingencias relativas al empirismo individual o familiar.
          Los pools informativos, reguladores de idiosincracia, prevén con razón que, de otro modo, la desidia que rige el comportamiento masivo postergaría para siempre toda discusión, desdeñando la página a favor de la de los deportes, o cambiando de canal. Por medio de este taxismo, la gente -paradigma de la elección de la senda decadente- logra trasvasar en forma lamentablemente casera los problemas propios de los claustros al ámbito de la tragedia cotidiana, a la cebolla de la vida marital, y con ello torna inmediata y palpable toda indigerible abstracción.
          Durante las periódicas crisis económicas, por ejemplo, se han escuchado absurdos como el que sigue, esgrimidos por comunicadores impecables que se presentaban al asalariado como arquetipos:

          -Si vos primero aseguraste los depósitos, después los acorralaste, después defolteaste, después devaluaste y después dolarizaste, no podés pedir que te toquen la puerta para venir a traerte la plata que despilfarraste. Y ni se te ocurra pedir prestado, porque con todo lo que hiciste nadie te va a dar un solo peso más del que ya te dieron y encima no devolviste. Nadie es tan ingenuo y eso vos lo tenés que saber.

          Así, los padres de familia entretejen la ilusión de que los fenómenos macroeconómicos vienen regidos por leyes idénticas a la de la compra doméstica, y ese estado de relativa comprensión les hace más tolerable la debacle.
          En definitiva, como gustan aceptar, la plata va y viene, brocardo de tatarabuelo inmigrante al que asignan más sabiduría que a todos los libros de los tipos que a pesar de terminar una carrera no son capaces de progresar y terminan manejando un taxi.

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