sábado, 1 de noviembre de 2008

FORMULACIÓN CIENTÍFICA DE LA LLANEZA DEL OTRO


          Lamentablemente las esencias parecen ser mutables: una de las pruebas más contundentes es la circunstancia de que el Otro dedica la totalidad de su vigilia a degradar la suya.

          En sentido popular, podrían aplicarse a la carretada humana diversos axiomas que la clase media conoce por haberse aficionado a las foráneas Leyes de Murphy, y así es posible enunciar sin dificultad -y constatar minuto a minuto en el mundo de los hechos- reglas de execración tales como:


          "Si existe la posibilidad de que una persona adecue sus actos a la persecución de su interés personal, entonces todos sus actos, aunque parezcan solidarios, serán manifestaciones de la persecución de su interés personal";

          "Si una relación entre personas reporta para alguna de ellas más esfuerzo que placer, entonces esa relación finalizará";

          "Dado que los actos humanos se motivan en la sola satisfacción del interés individual, si una persona padece un sufrimiento y la otra no, esta última no aportará a la primera más que una opinión desbrozada de todo compromiso, y lo hará sólo para evitar un conflicto de cualquier orden";

          "Dos personas se aman para satisfacer apetencias individuales a partir de la presencia o de los actos del otro, que a la vez está presente o actúa motivado por las mismas causas". En consecuencia: "La decisión de procrear es individual y se basa en un impulso de satisfacción personal".

          "El derecho de propiedad es la manifestación en el mundo de las cosas del deseo de prevalecer sobre el Otro".


          Y hay muchísimas más. Modernamente, se ha determinado aun con rigor científico que con sólo conjugar los elementos presentes en el entorno, es posible predecir cuáles serán estos comportamientos y cuándo finalizarán.

          Se trata del llamado "Principio de la Mediocridad", que sostiene previsiblemente que no existen observadores privilegiados para un fenómeno dado. Aplicada a la sociología, la regla conduce a reconocer que este o cualquier momento histórico nada tienen de intrínsecamente especial (Wikipedia), pues el mundo está gobernado por mediocres (disneydrow).

          "Para que una idea, un producto, una moda, incluso un partido político, triunfen -describe la última de las fuentes citadas- debe ser aceptado por gran parte de la sociedad, lo que implica llegar hasta los mediocres. Por esto se afirma que es el mediocre el que manda, el que realmente produce los cambios, y aquellos que se salen de la media, bien por exceso o bien por defecto, en cualquier faceta, no ejercen ninguna influencia relevante sobre el mundo".

          Yo, que soy diferente por defecto, sólo a veces puedo predecir las variantes del comportamiento habitual, que esforzadamente, como un organizado ministerio espurio de Vialidad, ensarta baldosa a baldosa su propio camino para desviarse de la buena esencia, o de la esencia de lo bueno. A cada estafa del prójimo sobreviene entonces una irremediable angustia -pues soy insuficiente frente a todos los que hay-, que ni siquiera queda mitigada cuando en algún libro antiquísimo me entero de que esas miserias se vienen repitiendo desde que el mundo es mundo, pues, a la vista de toda esa porquería, soy un boludo que no me doy cuenta de nada.



          Hay que ser un poco zorro, enseña la clase media embebida de individualidad cuentapropista, y en esa prevalencia de la astucia sobre la razón se va rotisando día a día el carnero hurtado de la supervivencia, es decir, nada menos que la Historia.

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