Por mi cara, por el timbre de mi voz, por mi porte de inmigración espantosa, por mis titubeos, me habrían hecho callar antes del primer minuto. Meses o años después, habrían utilizado los elementos de mi discurso para defender posiciones o para despreciar a algún otro. Yo habría muerto antes, o estaría ya en la miseria y en la desconsideración del prójimo; y cuando en alguna reunión de paupérrimos explique que aquellas palabras eran mías, a nadie le importará, porque ninguno comulgará ni siquiera al nivel de la sospecha principios de este tipo, aun si quedaran en la calle o sucediera alguna otra desgracia terminal.
Video: Alegato del Arq. Howard Roak en The Fountainhead (1949)
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