sábado, 28 de marzo de 2009

DON QUIJOTE DE LA MANCHA PARA LA CLASE MEDIA PORTEÑA - CAPÍTULO III

          Entonces bueno, después que terminó de comer agarró y lo llamó al dueño y le dijo “vamos a donde están los caballos”, y ahí se arrodilló y le dijo “Mire, le tengo que pedir algo y no me voy a levantar así de donde estoy si no me da eso que le voy a pedir”, pero todo claro en español antiguo. El dueño medio que no sabía qué hacer, y al final como el otro no se levantaba, seguía o sea arrodillado, bueno, al final le dijo que sí, que está bien, que le iba a conceder el deseo que le pidiera.

          Uy, para qué. Resulta que el Quijote, loco, le pidió que lo nombrara como un caballero, o sea que hiciera como hacían antes (pero él pensaba que se seguía haciendo) la ceremonia de cuando alguien se recibía de caballero, que era como cuando alguien se recibe de médico o de abogado, pero en esa época. Y que se iba a quedar toda la noche despierto con las armas que iba a usar ahí adonde se guardan los caballos, porque esa era una parte de todo lo que era la ceremonia de ser caballero.

          Por supuesto que el dueño del lugar que se quería cagar de risa un rato le dijo todo que sí, que así eran los caballeros, que así tenía que hacerse todo, o sea que entró en la joda en seguida. Incluso le dijo que él también cuando era joven había sido caballero, y que había andado por acá, por allá y por todos lados y le iba diciendo lugares que eran en realidad todos donde vivía la peor gente, como esos lugares de acá donde viven peruanos, bolivianos, paraguayos, gente que roba, que afana, que son sucios, que tienen mil hijos, ésos. O sea, el tipo era un delincuente y incluso había caído preso varias veces, pero figuraba delante del Quijote que eso todo lo hacía de caballero, que eran aventuras de caballeros. Y también que se había ido a vivir a ese “castillo”, entre comillas, para recibir a todos los caballeros andantes, y ahí irónicamente le dice que también quería compartir con los caballeros andantes el dinero que traían, porque para el que lo escribió al libro le convenía poner en esa época que los dueños de los lugares esos para hacer noche o comer algo eran unos ladrones que se robaban las cosas de los que quedaban a dormir o que les cobraba carísimo en su época a las personas que iban a esos lugares, pero todo eso es más para gente que le gusta averiguar más sobre esas cosas que son más de la época que del argumento en sí.

          Igual el Quijote no tenía un peso, así que no le iban a poder robar nada digamos, y el dueño del lugar le preguntó por qué no tenía plata, y él le dijo que porque no había ningún libro de los que él había leído que dijera que los caballeros tenían que tener plata. Entonces el dueño de la posada le dijo que en esos libros no decía nada porque estaba sobreentendido, pero que por una cuestión de lógica y de sentido común no quería decir que no llevaran ropa limpia en lo que sería el bolso de ellos y que tampoco por supuesto que no llevaran plata, que era más que elemental. Y que también llevaban una poción tipo mágica que les curaba las heridas, o de última alguna crema, algo así tipo merthiolate, algo para cuando se lastimaban. Y además, no contento con esto, le dijo que como el caso de él que no llevaba ningún escudero (o sea, no tenía ayudante, porque todavía no había aparecido Sancho Panza, el Quijote al principio salía solo solo, fijate que todavía ni hablamos de Sancho Panza ni de nadie), como él no tenía ningún ayudante, lo que sí tenía que tener era alguna bolsa tipo riñonera bien escondida donde guarde la plata, que se lo recomendaba lo mismo que las curitas y eso. Don Quijote le dijo que sí, y agarró y se fue a hacer su ceremonia de estar con las armas, que no era como te dije en la caballeriza en sí, sino que era en otro lado, pero todo ahí cerca.

          Te imaginás que el dueño del lugar se lo contó a todo el mundo cagándose de risa del tipo, y lo primero que hicieron es salir todos juntos a ver desde lejos qué hacía el Quijote, que en realidad lo único que hacía era pasearse por ahí y mirar fijamente en su locura las armas que iba a llevar él cuando saliera, y era todos morirse, pero morirse, de risa. Pero justo viene uno con un montón de mulas y el Quijote justo había apoyado las armas arriba de lo que sería un bebedero para vacas, caballos, etc., todo tipo de animal. ¡Así que había que ir a sacarlo de ahí!, porque tomá en cuenta que Don Quijote no tenía un peso y que mal que mal el tipo que llevaba las mulas algo le iba a pagar al dueño del lugar, así que entre dejarlo ahí que hiciera lo que quisiera y sacarlo unos minutos para que el dueño del lugar se gane aunque sea algo, te imaginás que no había mucho en qué pensar, además como ya sabemos el otro estaba... loco, exacto.

          Bueno, como era de preveeeer, el Quijote lo quiso sacar a los gritos, lo amenazó de muerte, etc. Pero el que llevaba las mulas, o sea el arriero, no le hizo caso. Viste que esos tipos así ignorantes no hablan mucho, así que directamente fue y le quiso sacar las supuestas “armas” que había puesto el Quijote arriba del bebedero de animales, pero entonces agarró el Quijote y le dio un tremendo palazo en la cabeza que casi se la rompe. Y después vino otro y lo mismo: le rajó la cabeza de otro palazo. Claro, con todos los ruidos, los tipos que lo habían dejado al loco solo salieron a ver qué pasaba.          Y claro, él al primero que vio es a una de las prostitutas que estaban ahí, y como loco que era, se pensó que era una gran señora, así que empezó tipo a dedicarle el triunfo, algo así. Mientras tanto, ya venían viniendo los amigos de los arrieros que él había golpeado, y como si se acercaban él les iba a pegar, no tuvieron mejor idea que empezar a los piedrazos contra el Quijote, porque claro, ¡los animales que ellos llevaban, las ovejas, las mulas, qué sé yo, tenía que tomar agua! ¡No se iban a hacer kilómetros y kilómetros para nada!

          Ahí Don Quijote un poco se tiró contra el dueño del lugar, que él pensaba que era caballero, porque en teoría no podía dejar que le hicieran cualquier cosa a alguien que iba a ser nombrado caballero, así que por un lado quería agarrarlo al dueño del lugar y darle su merecido, pero por otro lado había una ley de los caballeros que decía que si vos no eras caballero no podías pelear contra otro caballero, ahora, si los dos eran caballeros, ahí recién sí. Pero Don Quijote supuestamente todavía no era caballero, porque como te dije tenía que pasar toda la noche en vela, después ser nombrado caballero, etc. Pero lo que sí, encaró contra los que le tiraban piedras y los amenazó con que si seguían les iba a dar su merecido, a lo que los que tiraban piedras pararon, porque entre que un poco se asustaron y otro poco que les decía el dueño del lugar, bueno, al final pararon. Y al final también Don Quijote volvió a seguir haciendo lo que estaba haciendo.

          Pero claro, el dueño del lugar dijo que “esto no puede seguir así”, así que fue y habló con Don Quijote, y le dijo que en realidad no se tenía que pasar toda la noche mirando las armas que iba a usar, que no tenía que hacer nada de eso, y que él tenía un método para que se transformara en seguida en caballero. O sea, que con las dos horas que había estado con las armas ya era más que suficiente, y además eran dos toques nada más, uno en el cuello y otro en la espalda, todos con la espada de él, y listo. Don Quijote estuvo muy de acuerdo, y le dijo que ya estaba por empezar a pelearse con todo el mundo porque lo habían tratado así como a él no le gustaba, que le iba a pegar a cualquiera pero excepto a los que el dueño del lugar le dijera que no, todo por respeto a él.

          Así que en seguida el dueño del lugar haciéndose el solemne le dijo a Don Quijote que se arrodillara, agarró un libro de por ahí y empezó a murmurar cosas sin sentido que solamente las escuchaba él y nadie más, y después llamó a una de las prostitutas y le dijo que le pusiera la espada en el cinto, a lo cual la mujer, que él pensaba que era una doncella, le deseó buena suerte. A lo cual Don Quijote le preguntó cómo se llamaba, y ella le dijo que “Tolosa”, que era hija de un tipo modisto que vivía en Toledo, cerca de las tiendas de ahí, algo lo que sería tipo Once acá. Le dijo también, siguiéndole el tren, que ella iba a hacer lo que él quisiera aunque estuvieran lejos el uno del otro. Así que él lo único que le ordenó fue que se pusiera “Doña Tolosa”, porque llamarse así con el “Doña” era algo muy bien visto en aquella época. Había también otra prostituta que se llamaba “Molinera”, que decía que era hija de un “honrado molinero” (lo cual es otra cosa así en chiste, porque para la época los molineros eran también tenidos como unos ladrones, y más, porque las hijas de los molineros eran consideradas tipo unas atorrantas, igual tampoco viene mucho al caso). Así que con ésta hizo lo mismo que con la otra y le puso “Doña” y le prometió mil cosas como a la otra.

          Así que una vez que todo terminó, agarró Don Quijote y se abrazó con el dueño del lugar, diciéndole cosas que no entendía nadie, y además no terminaba nunca. Pero todos tenían ganas de que se vaya, así que el dueño del lugar, hablándole en el mismo idioma pero mucho más corto, para que se vaya, lo despidió, y así de noche como era agarró Don Quijote y se subió a su caballo Rocinante y se fue sin pagar lo que debía, porque no tenía plata y además porque el dueño para que se vaya rápido tampoco osó pedirle nada.

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