miércoles, 22 de abril de 2009

IMÁGENES DE UNA MAÑANA EN EL COLEGIO DE ABOGADOS


  • De las numerosas ventanillas de atención al público (abogados), sólo una corresponde a un servicio gratuito: el de la recepción y entrega de sobres de profesional a profesional. Los beneficiarios deben tener su matrícula al día; de otro modo, la organización no prestará el servicio.

  • A las doce del mediodía, la fila más numerosa de gente que espera ser atendida es la de las Cajas. Como en ninguna otra oficina de la ciudad, todas las ventanillas de este sector cuentan con un cajero dispuesto y ágil.

  • En el interior del inmueble existe un banco.

  • Muchos carteles anuncian, con letras rojas, el vencimiento del pago de la matrícula anual, $ 250.

  • Muchos otros carteles reivindican la desaparición de un organismo de recaudación previsional abogadil, al que no hay que pagarle un solo peso más.

  • Una escasa oferta de cursos y charlas de opinión jurídica irrelevante, de no más de dos horas de duración, a cargo de uno o dos expositores.

  • Voy de camisa blanca percudida y chaleco de lana, un pantalón viejo y zapatos algo gastados. Llevo el cabello más largo y descuidado que el resto, y la barba mal cortada. Al acercarme a la ventanilla correspondiente al trámite que debo realizar, la empleada pregunta con desgano "Sí, ¿qué querés?" Le informo que vengo a renovar mi matrícula profesional. Al finalizar la consulta, me despide: "Muy bien, Doctor, muchas gracias". "Gracias a vos, adiós", le contesto; y ella responde: "Por nada, Doctor, que tenga buen día".

  • Reina la limpieza y abundan los custodios pertenecientes a un servicio privado de seguridad.

  • Una mujer bizca, presumiblemente abogada, encabeza la fila de espera frente a uno de los tres ascensores modernísimos. Lleva a su hijo pequeño en un carrito. Al llegar el ascensor, realiza un movimiento lento para ingresar (quizás a fin de destrabar las ruedas del carro). Esta demora provoca el apuro reivindicatorio de una abogada vestida con muchos atributos, quien pretende ganar el lugar de la madre que entiende paralizada por su incapacidad innata, y que le hace perder tiempo. Al advertir el coche del bebé, da media vuelta y se marcha, avergonzada. La mujer ingresa al ascensor y luego lo hago yo. Antes de llegar al "Entrepiso", donde bajaría, me dice, mirándome con sus ojos bizcos: "Yo paré, pero la vi tan displacente que no sé qué iba a hacer de su vida". Sonriendo, me alegro de que abandone el ascensor, ella y su niño, toscamente arrastrados hacia el buffet de la institución.

  • La escalera de ingreso está colmada de profesionales que hablan por celular o toman algunos segundos para saludarse. Cuesta llegar a la vereda. Hacia la derecha hay una rampa de acceso para discapacitados, de unos dos metros y medio de longitud, que está despejada. Nadie la usa.

  • En el baño de caballeros, los retretes están todos ocupados.

8 comentarios:

Dieguite dijo...

Admirable es la virtud de sus ojos Doc.

Se lo extrañaba!!

Stinguido dijo...

Pequeña semblanza de un tribunal tipo argentino....

Casandro dijo...

Amigos, gracias por sus comentarios.

Y todas estas fotos no son más que una forma muy socialmente aceptada de encubrir garras, malos pensamientos, intereses espurios y pretensiones de zancadilla.

Una vez un profesor, sonriendo, me dijo: "Nunca se olvide de que Ud. lleva corbata". Le contesté: "como tampoco nos olvidamos de que Judas llevaba túnica", y nadie, pero NADIE entendió.

Stinguido dijo...

Que fantastica musica es escuchar conclusiones como la suya, y ni que hablar de ese tipo de respuestas, tan para pocos...

Dieguite dijo...

Otra muestra de como cerrar el orto, de la mano del DOC!

GENIO!!!

Casandro dijo...

Estimados congéneres, de modo alguno pretendí pintar la imagen de un retrucador profesional. Generalmente no salgo nada airoso de los intercambios de palabras con el prójimo; entre otras cosas, porque no hay prójimo.

Agradezco sus muestras de apoyo, pero bien saben de mi pobreza.

Stinguido dijo...

Discrepo con su último comentario, pero lo acepto...

Casandro dijo...

Pues, en la discrepancia amable también está el encuentro.